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Romanticismo

Un arrebato que recorrió Europa

El arte romántico es el combustible y la mecha del alma de un hombre. Su tarea es encender un fuego en el alma y no dejar que se apague nunca.

Ayn Rand

Imágenes: Caspar David Friedrich: «El caminante sobre el mar de niebla», 1818. Óleo sobre lienzo, Kunsthalle Hamburg ·· Eugène Delacroix: «La libertad guiando al pueblo», 1830. Óleo sobre lienzo. París, Louvre

No cabe duda de que, de todos los estilos, periodos o movimientos que forman la historia del arte, pocos han atraido tanto interés como el Romanticismo, hasta el punto de que el término ha transcendido de su definición como estilo artístico para ser aplicado a ideas, conceptos o actitudes que se extienden mucho más allá del marco teórico y temporal que abarca la definición original del periodo romántico.

Por lo general, se considera que el Romanticismo fue el estilo artístico que se extendión por Europa y Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XIX, presentando como principal característica el énfasis en la emoción y la subjetividad frente al orden y la razón defendidos por el Neoclasicismo precedente, fruto de las ideas de la Ilustración. Por otra parte, el movimiento romántico, como reacción frente a la Revolución Industrial, glorifica el pasado (en este caso la época medieval, frente a la admiración del mundo clásico presente en el Renacimiento y Neoclasicismo), la naturaleza y la individualidad.

Durante el apogeo del movimiento, las ideas del Romanticismo fueron predominantes en las artes visuales, la música y la literatura, mostrando también influencia en campos como la ciencia o la política. En este último aspecto, el Romanticismo, con su glorificación del pasado, se asocia generalmente al (re)surgimiento del nacionalismo. En palabras de Enrique Valdearcos, “Al cosmopolitismo artificial del ‘Siglo de las luces’ se hacia suceder un sentimiento nacional vigoroso, auténtico (…) La nostalgia de lo que se había perdido, de la fresca y pura espiritualidad de la Edad Media, de su fantasía copiosa y alegre, del sentimiento subordinándose a la razón, condujo a una idealización de esos siglos que el Clasicismo llamó oscuros y que para los románticos se iluminan con las luces más vivas y más cálidas” (E. Valdearcos, “Romanticismo y realismo”, 2008)

El estudio del origen del Romanticismo y sus antecedentes indirectos no resulta sencillo, ya que el énfasis en la emoción y la glorificación del pasado y la naturaleza ya aparecen en la obra de artistas como Claudio de Lorena (c.1600–1682) o incluso, de una manera más difusa, en la de artistas de finales del Renacimiento como Giorgione (1477-1510). No obstante, los antecedentes directos del Romanticismo se sitúan en el siglo XVIII. El movimiento Sturm und Drang (“Tormenta y Deseo”), con figuras tan destacadas como Johann Wolfgang von Goethe en literatura o Wolfgang Amadeus Mozart (al menos en algunas de sus composiciones) en música, ya buscaban en la emoción a su particular demiurgo, influyendo en los posteriores artistas del romanticismo nórdico, como Friedrich o Rünge. En el Reino Unido, la original obra pictórica de Henry Fuseli (Johann Heinrich Füssli) sirvió como inspiración a William Blake, pintor y poeta, y una de las figuras más fascinantes de toda la historia del arte, cuya obra, no obstante, no logró una gran aceptación durante su vida.

Orígenes del Romanticismo: Henry Fuseli, “The Nightmare (La Pesadilla)”, 1781. Óleo sobre lienzo. Instituto de Arte de Detroit ·· William Blake, “The Night of Enitharmon’s Joy (La noche de la alegría de Enitharmon)”, 1795. Acuarela. Tate Britain, Londres.

En Alemania y en el norte de Europa, el movimiento Sturm und Drang tiene como heredero directo en las artes visuales a Caspar David Friedrich, el gran estandarte del romanticismo nórdico. Tanto por su obra -emotiva y sugestiva, que aún siendo puramente romántica parece anticipar el simbolismo- como por su personalidad –solitaria y casi misántropa- Friedrich es el arquetipo del artista romántico, pese a que su obra fue olvidada durante décadas tras su muerte. Otro artista a mencionar es Philipp Otto Runge, que pese a su corta vida realizó grandes aportaciones a la teoría del color en la pintura. Pese a que esta página está dedicada a las artes visuales, no se puede dejar de mencionar la relevancia de la música romántica en Alemania, con protagonistas de importancia colosal, como Ludwig van Beethoven o Frédéric Chopin.

En el Reino Unido destacan las dos figuras, hasta cierto punto opuestas, de John Constable y Joseph Mallord William Turner. Mientras que el primero fue el pintor de la Inglaterra rural, cuya celebración de la vida sencilla en la campiña inglesa sirvió de inspiración a los impresionistas, Turner fue un artista más ambicioso que viajó por toda Europa en busca de paisajes y atmósferas, cuyo arte fue evolucionando hasta llegar, al final de su vida, a un estilo que parece anticipar la abstracción.

El Romanticismo francés estuvo fuertemente influido por los acontecimientos de la Revolución Francesa y la agitada situación política posterior. La célebre “La Balsa de la Medusa” (1818-19) de Théodore Géricault es una fuerte crítica antigubernamental, de espíritu claramente romántico pese a que los ecos formales del Neoclasicismo todavía son advertibles. La gran figura del Romanticismo en Francia es Eugène Delacroix, cuya “La Libertad guiando al Pueblo” (1830), erróneamente asociada a la Revolución Francesa, se ha convertido en la que es posiblemente la imagen más representativa del Romanticismo, demostrando el poder de la pintura para convertirse en el símbolo de una era.

La escultura fue poco trabajada por los artistas del Romanticismo, que prefirieron la espontaneidady libertad de la pintura o el dibujo. Entre los escultores más relevantes de este periodo se encuentran los franceses Auguste Préault y François Rude. En cuanto a la arquitectura, la admiración por la época medieval dio paso a una recuperación de los valores formales del gótico, dando pie al movimiento neogótico, que ya se ha comentado, junto al resto de revivals, en el capítulo dedicado al Neoclasicismo. Sin embargo, la gran aportación romántica a la arquitectura vino en el tratamiento del espacio exterior, con la arquitectura paisajística desarrollada en Inglaterra.

Romanticismo en Europa: Joseph Mallord William Turner, “El último viaje del «Temerario»”, 1838. Óleo sobre lienzo. National Gallery, Londres ·· Francisco de Goya: “El Tres de Mayo de 1808 en Madrid”, 1814. Óleo sobre lienzo. Museo del Prado, Madrid

En España, varias pinturas de Francisco de Goya (sus Pinturas Negras o sus monumentales representaciones de la invasión francesa en Madrid) se ha asociado tradicionalmente con el Romanticismo, pese a que el pintor español no puede ser rotundamente encuadrado dentro del movimiento. Más apropiado parece considerar a Goya, al  igual que al ya mencionado William Blake, dentro de una categoría de artistas únicos y difícilmente clasificables. En Italia, destaca la figura de Francesco Hayez, autor de el célebre “El Beso” (1859). Por otra parte, resulta difícil hablar de un Romanticismo en Rusia, donde los valores del movimiento llegaron tarde, y a menudo se mezclan con los del simbolismo o el realismo. La obra de Ivan Aivazovsky, autor de la sensacional “La Novena Ola” (1850), puede generalmente clasificarse como romántica, si bien con gran influencia realista.

En Estados Unidos, el arte romántico tuvo su máxima expresión en los paisajes creados por los pintores de la Escuela del Río Hudson, al cual hemos dedicado un estudio más detallado en theartwolf.com. En estre breve ensayo sobre el Romanticismo, nos conformaremos con destacar a figuras como Thomas Cole o Asher Brown Durand, dentro de la primera generación, y a Frederic Edwin Church como protagonista de la segunda generación, además de destacar la figura de Albert Bierstadt en el Oeste americano.

Romanticismo en Rusia: Ivan Aivazovsky, “La Novena Ola”, 1850. Óleo sobre lienzo. Museo Estatal Ruso, San Petesburgo ·· Romanticismo en Estados Unidos: Asher Brown Durand, “Espíritus Afines”, 1849. Óleo sobre lienzo. Crystal Bridges Museum of Art.

El Romanticismo comenzó a perder influencia a mediados del siglo XIX, cediendo su lugar preponderante a corrientes como el realismo en las artes o el positivismo en la filosofía. Pero el romanticismo, que “irrumpió con verdaderos tintes de revolución; pasó deprisa y nada volvió a ser igual” (José Luis Yepes Hita, “Los orígenes filosóficos del Romanticismo”, 2012) marcó profundamente la evolución del arte occidental posterior, y sus valores pueden ser observados en muchos movimientos artísticos de los siglos XX o XXI, desde el surrealismo de los años 20 y 30 y la corriente “New Romantic” de los 70, hasta las imágenes y escenarios creados en arte digital en pleno siglo XXI.

Texto: G. Fernandez · theartwolf.com

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