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Edvard Munch

«Visto en su conjunto, el arte deriva del deseo de una persona de comunicarse con otra. No creo en un arte que no sea forzado a existir por el deseo de un ser humano de abrir su corazón. Todo arte, literatura y música, nace en la sangre de tu corazón. El arte es la sangre de tu corazón.» 

Edvard Munch

La expresión «adelantado a su época» se aplica a pocos artistas con tanta justicia como a Edvard Munch (1863-1944). Pese a que para gran parte del público parece que Munch solo pintó una obra de interés (el famosísimo «El Grito«, uno de los iconos de la historia del arte), el conjunto de su obra es fascinante y complejo, y nos muestra a un artista innovador, expresionista antes del expresionismo, imprescindible para entender la pintura moderna

Edvard Munch: “Autorretrato con botella de vino”, 1906. 110 × 120 cm. Museo Munch, Oslo. 

No deja de resultar llamativo que los dos grandes pintores actualmente considerados -y de forma muy justificada- como los antecedentes del expresionismo –Munch y Van Gogh– compartan la característica común de un largo historial de enfermedades mentales. Un artículo de los neuropsicólogos M. Miranda, E. Miranda y E. Molina señalaba que «hay argumentos razonables como para postular que Munch poseía una estructura de personalidad de características limítrofes» (M. Miranda et al, «Edvard Munch: enfermedad y genialidad», 2012). Pero, mientras Van Gogh llegó a un punto en el que no pudo soportar más los gritos de sus demonios interiores, Munch tuvo una vida larga, llegando a aceptar su condición con una actitud resignada. «Recibí en herencia dos de los peores enemigos de la humanidad: la tuberculosis y la enfermedad mental (…) Desde mi nacimiento, los ángeles del miedo, el dolor y la muerte estuvieron a mi lado«.

Edvard Munch nació en un pueblo del interior de Noruega en 1863, aunque su familia se trasladó a Oslo pocos meses después. Su infancia no fue en absoluto fácil, ya que se madre falleció cuando Munch tenía apenas tres años. El joven Edvard fue criado por su padre, hombre extremadamente religioso. Con quince años, Munch comenzó su formación como ingeniero, que abandonaría apenas un año después para estudiar pintura en la Academia de Arte y Diseño de Oslo

El joven Munch se sintió atraido por el impresionismo, estudiando las obras de Manet, pero pronto sintió que este estilo no permitía expresar la emoción que quería incluir en sus pinturas. En 1889 expone en la Exposition Universelle de París, tomando contacto con las obras de artistas como Van Gogh o Gauguin. En 1891 pinta «Melancolía«, su primera obra de importancia, que parece anticipar a la vez el fauvismo y el expresionismo. Después de pintar esta obra, reside cuatro años en Berlín, completando su formación como artista. 

Edvard Munch: “Melancolía”, 1891. 73x 101 cm. Museo Munch, Oslo. ·· Edvard Munch: “El Grito”, 1893. 91 x 73.5 cm. Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño, Oslo. 

En Berlín, Munch realiza la que es su obra más célebre, la ya mencionada «El Grito«. Pocas obras, en toda la historia del arte, han sido tan estudiadas, comentadas e incluso parodiadas que esta pintura, prodigio de expresividad. En 2006, theartwolf.com seleccionó esta pintura (de la que se conservan cuatro versiones, además de un grabado) como una de las 50 obras maestras de la historia de la pintura. Antes del fin de siglo, pinta varias de sus obras más conocidas, como «Ansiedad» (claramente inspirada en «El Grito«), «El Vampiro«, de la que se conservan varias versiones, y su célebre «Madonna» 

Si bien «El Grito» es su pintura más famosa, su obra más ambiciosa fue «El Friso de la Vida«, un ciclo pictórico que incluye obras como «La Tempestad» o «Luz de luna«. Las obras que componen «El Friso de la Vida«, como señaló Frederick B. Deknatel , no tienen, en conjunto, ninguna similitud formal, siendo completamente distintas en escala o estilo, pero «tienen en común el hecho de que sus temas están relacionados y que cada una ha sido concebida para crear el máximo impacto visual posible, independientemente de la armonía visual general» (Frederick B. Deknatel, «Edvard Munch», 1950).

Como se ha señalado anteriormente, sus últimos años estuvieron marcados por problemas de salud, sufriendo ataques de ansiedad acrecentados por su consumo de alcohol. De hecho, aunque no fallecería hasta 1944, a los 80 años, su producción artística tras la Primera Guerra Mundial es muy limitada, y en ningún caso de la importancia de sus obras realizadas en la década de 1890. Sin embargo, estas obras son por si mismas suficientes como para considerar a Munch como uno de los pilares del arte moderno. 

G. Fernández · theartwolf.com

Obras Maestras de Edvard Munch

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El Grito

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