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Alberto Durero

El nuevo arte debe basarse en la ciencia, en particular, en las matemáticas, como la más exacta, lógica y gráficamente constructiva de las ciencias - Alberto Durero Click to Tweet

Alberto Durero: “Autorretrato”, 1498. Óleo sobre tabla, 52 x 41 cm. Madrid, Museo del Prado ·· Alberto Durero: “Autorretrato”, 1500. Óleo sobre tabla, 67,1 x 48,9 cm. Alte Pinakothek

El mayor genio del Renacimiento alemán, el Leonardo da Vinci del norte de Europa, fue Alberto Durero, quien, al igual que el genio nacido en Vinci, unió a su enorme talento una inacabable curiosidad, lo que le llevó a crear un variado conjunto de obras que abarcan desde el autorretrato al paisaje puro, desde obras religiosas hasta estudios de anatomía, pasando por sus célebres dibujos de animales y plantas, cuya precisión los transforma prácticamente en tratados científicos. Para Fernando Chueca («Alberto Durero», 1993), «junto a la observación, Alberto Durero nos propone una actitud todavía más radicalmente novedosa: la del estudio. Ahora sí que nos encontramos en las antípodas de cualquier consideración medievalizante, ya sea de tipo decorativo o simbólico«.

Hijo de un orfebre húngaro emigrado a Alemania, Albrecht Dürer (Alberto Durero en países hispanohablantes) nació en Núremberg en 1471. Su colosal talento se manifestó muy pronto, y con 13 años dibujó un meritorio “Autorretrato”, conservado hoy en el Museo Albertina en Viena. A lo largo de su vida, Durero mantendría su interés por el autorretrato. Nueve años después pintaría, esta vez al óleo, un «Autorretrato» conservado hoy en el Museo del Louvre, y poco tiempo después, tras un viaje a Italia que sería un punto transformador en su carrera artística, pintó dos de los más célebres autorretratos de la historia del arte: uno conservado en el Museo del Prado, en el que combina una pose arrogante con un paisaje que se observa a través de una ventana; y otro, pintado a los 28 años, conservado en la Alte Pinakothek, posiblemente su obra más personal y compleja

Fue en su primer viaje a Italia, en 1494, donde Durero tuvo contacto con la obra de los maestros de la época, como Giovanni Bellini y Andrea Mantegna. Además, fue allí donde logró perfeccionar la técnica del grabado, medio con el que posteriormente crearía obras maestras como “Melancolía” o “Adán y Eva”. A su regreso, destacan sobre todo sus acuarelas de animales y plantas, creadas con excepcional realismo, como su “Liebre joven” (1502) o “Gran mata de hierba” (1503)

Alberto Durero: “Liebre joven”, 1502. Acuarela, 25 x 22.5 cm. Albertina, Viena ·· Alberto Durero: «Vista de Arco«, 1495. Acuarela sobre papel, 22.1- 22.1 cm. Paris, Museo del Louvre

Durero volvería a viajar a Italia en 1505, permaneciendo dos años antes de regresar a Alemania. De vuelta en Núremberg, Durero alcanza su madurez artística, creando obras de una complejidad excepcional como “El martirio de los diez mil cristianos” o el «Altar Landauer«, ambos propiedad hoy del Kunsthistorisches Museum de Viena, así como alguno de sus grabados más célebres, como su hoy famosísimo “Rinoceronte”, animal que Durero nunca vio en vivo, y cuya representación se basa en descripciones y bocetos de otros artistas y viajeros.

Tras un viaje a los Países Bajos en 1520-21, Durero cayó enfermo (la naturaleza de su enfermedad todavía no está clara), lo que le obligó a reducir su actividad artística. Por ello, puso su esfuerzo en la publicación de dos tratados sobre pintura: «Los cuatro libros sobre medición» (1525) y «Cuatro Libros de la proporción humana» (1528), este último continuación de una serie de estudios emprendidos por el artista durante la década anterior. Para Panofsky, «Durero fue el primer artista que, criado en los talleres bajomedievales del Norte, cayó bajo el hechizo de la teoría del arte tal y como había evolucionado en Italia. Es en su desarrollo como teórico del arte donde podemos estudiar in vitro, por así decirlo, el paso de un cómodo código de instrucciones a un cuerpo de conocimientos sistemático y formulado. Y es en sus contribuciones a este cuerpo de conocimientos, escritas e impresas, donde podemos asistir al nacimiento de la prosa científica alemana.» (Erwin Panofsky, «La vida y arte de Alberto Durero», 1955).

Durero falleció en su ciudad natal en 1528, a los 56 años de edad.

G. Fernández · theartwolf.com

Obras Maestras de Durero

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