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Post Impresionismo

Los múltiples caminos hacia la modernidad

Los pintores postimpresionistas trabajaron en un amplio abanico de estilos y mantuvieron diferentes ideas sobre el papel del arte. Sin embargo, todos eran revolucionarios que buscaban crear un arte distinto al realismo descriptivo, un arte de ideas y emociones. La extraordinaria diversidad de este periodo daría mucho que pensar a los artistas del siglo XX

Amy Dempsey: «The Essential Encyclopaedic Guide to Modern Art», 2002

Imágenes: Paul Cézanne: «Los jugadores de cartas», 1894-95. Óleo sobre lienzo, Museo de Orsay, París ·· Vincent van Gogh: «La noche estrellada», 1889. Óleo sobre lienzo, Museo de Arte Moderno, Nueva York.

Como se vio en el capítulo dedicado al Impresionismo, a mediados de la década de 1880 el desencanto dentro de los pintores que formaban parte del grupo impresionista era notable, lo que fue causado tanto por el fracaso comercial y de crítica de varias de las exposiciones y ventas organizadas por el grupo como por el sentimiento general de que el Impresionismo como movimiento artístico estaba ya agotado. Por si esto fuera poco, el desencanto aumentó durante la octava (y última) Exposición Impresionista, celebrada en 1886, a la que fueron invitados pintores de la generación siguiente, cuyo estilo se apartaba de forma clara del de la generación de los Pissarro o Monet, hasta el punto de que Degas exigió que la palabra “impresionismo” no apareciera en el cartel de la exposición. Todo ello llevó a que muchas de las grandes figuras del impresionismo abandonasen el estilo impresionista y buscasen su propio estilo, al igual que los pintores de la nueva generación, como Seurat o Signac. A este fructífero periodo de búsqueda y experimentación individual, indispensable para entender el arte del siglo XX, se le conoce como Postimpresionismo.

El Postimpresionismo no es un movimiento artístico. Los llamados pintores postimpresionistas no compartieron más característica común que la búsqueda de su libertad artística y un gusto evidente por la experimentación acerca de las posibilidades y los límites de la pintura. Ninguno de ellos se llamó a si mismo «postimpresionista» (de hecho el término fue acuñado por el crítico británico Roger Fry en 1910, cuando prácticamente todos los «postimpresionistas» habían fallecido ya), no tuvieron ningún sentido de grupo, ni desde luego se llegó a publicar ningún tipo de manifiesto conjunto. No tiene sentido, por tanto, buscar patrones o tendencias compartidas en este grupo que no es tal, siendo más apropiado presentar de forma individual a las principales figuras asociadas al Postimpresionismo, estudiando su contribución a la aparición de las vanguardias.

Imágenes: Georges Seurat: «Tarde de domingo en la Isla de la Grande Jatte», 1884-86. Óleo sobre lienzo, Instituto de Arte de Chicago ·· Paul Gauguin: «El día de los dioses», 1894. Óleo sobre lienzo, Instituto de Arte de Chicago.

Uno de los primeros pintores en apartarse del Impresionismo (de hecho se podría decir que no llegó a formar realmente parte del grupo) fue el joven Georges Seurat (1859-1891), que con apenas veinticinco años revolucionó el París de la Belle Époque al presentar dos obras ambiciosas en escala y técnica, “Un baño en Asnieres” y “Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte”, en las que mostró los resultados de sus estudios cromáticos que desembocaron en el Puntillismo. Seurat es “hijo del positivismo decimonónico que ambiciona extender los métodos científicos a todos los ámbitos de la actividad humana (…) y por supuesto a las artes visuales” (Manuel López Blázquez: “Seurat”, 1995). Cuando Seurat falleció con poco más de 30 años, su puntillismo se vio continuado en la obra de Paul Signac (1863-1935).

Otra de las figuras del Posimpresionismo es Paul Gauguin (1848-1903), quien llegó a participar en dos de las Exposiciones Impresionistas, siguiendo el ejemplo de su admirado Pissarro. A mediados de la década de 1880, al mismo tiempo que Seurat, Gauguin abandonó el impresionismo, viajando a Martinica y Tahití en búsqueda de paisajes primitivos, alejados de la Francia moderna. “La preocupación por la forma intangible unía a Seurat y Gauguin. Sin embargo, mientras aquel la buscaba en los medios refinados de la civilización, éste pretendía encontrarla fuera de ella: entre los primitivos, los salvajes” (Ingo F. Walther: “Paul Gauguin”, 1989). El estilo de Gauguin, a veces calificado de simbolista, encontró continuadores como Paul Serusier, el grupo de los Nabis, e incluso los Fauvistas de principios del siglo XX.

Imágenes: Vincent van Gogh: «La habitación del artista en Arles», 1889. Óleo sobre lienzo, Instituto de Arte de Chicago ·· Paul Cézanne: «La Montaña Sainte Victoire, vista desde Les Lauves», 1904-06. Óleo sobre lienzo, Kunstmuseum de Basilea.

Quizás el nombre más universalmente asociado al postimpresionismo sea el de Vincent van Gogh (1853-1890) y, paradójicamente, fue posiblemente el único que jamás adoptó el estilo impresionista. Si bien algunas de sus obras pintadas en París en 1886 y 1887 muestran la influencia del Impresionismo, desarrolló su propio estilo, en el que la influencia japonesa es incluso más importante. “No trabajo sólo para mí, creo en la necesidad absoluta de un nuevo arte del color, del diseño, y de vida artística”, escribió Van Gogh en 1888. Su pintura, que solo obtuvo reconocimiento tras su muerte, es un antecedente claro del Fauvismo y del Expresionismo.

Pero el más importante de todos los pintores de su tiempo, la figura más determinante en la formación del arte moderno, fue Paul Cézanne (1839-1906). Cézanne, al igual que Gauguin, llegó a exponer en algunas de las Exposiciones Impresionistas, pero fue de los primeros en separarse del grupo, tanto estilísticamente como físicamente, mudándose a la Provenza, donde desarrolla un estilo propio, precubista, con figuras a menudo reducidas a figuras geométricas simples. Esta evolución en su estilo es fácilmente advertible en su serie de pinturas de “La Montaña Sainte Victoire”, en la que las primeras pinturas muestran un estilo claramente influenciado por el impresionismo, pero las últimas obras, a menudo inacabadas, anticipan claramente el cubismo de Picasso y Braque. La frase “Cézanne es el padre de todos nosotros” ha sido atribuida tanto a Picasso como a Matisse, como testimonio de la colosal importancia de Cézanne en la génesis del arte moderno.

Imágenes: Henri de Toulouse Lautrec : En el Moulin Rouge», 1890. Óleo sobre lienzo, Museo de Arte de Filadelfia ·· Henri Rousseau: «El sueño», 1910. Óleo sobre lienzo, Museo de Arte Moderno, Nueva York.

Otros artistas asociados generalmente con el Postimpresionismo fueron Henri de Toulouse Lautrec (1864-1901), el gran cronista de la vida nocturna del París de finales del siglo XX, y Henri Rousseau (1844-1910), artista autodidacta cuyo estilo naïf fue alabado por artistas como Picasso. En el caso de Claude Monet, el gran estandarte del impresionismo, sus últimas obras, en especial las de la serie de “Nenúfares”, van más allá de cualquier experimento impresionista y, abandonando los conceptos espaciales que regían la pintura occidental desde el Renacimiento, se adentran en el terreno de la abstracción.

G. Fernández · theartwolf.com

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