Pierre-Auguste Renoir
«Para mí, una pintura debe ser algo agradable, alegre, y bello. Sí, bello. Hay demasiadas cosas desagradables en la vida como para crear aún más.»
Pierre-Auguste Renoir
De entre todos los pintores del grupo impresionista, Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) fue posiblemente el más prolífico, el más orientado a los temas clásicos frente a la modernidad de los puentes de hierro o las estaciones de trenes, y el de trayectoria más desconcertante. Acérrimo defensor del impresionismo durante la década de 1870, participando en todas las Exposiciones Impresionistas, en la década siguiente abandonó de forma abrupta el estilo impresionista, pero no -como fue el caso de Cézanne o Gauguin- para aventurarse por los inexplorados territorios de lo que se ha venido llamando post-impresionismo, sino para regresar a un estilo más clásico, de una precisión «ingresca«, que evolucionaría, durante las últimas dos décadas de su vida, hacia un clasicismo personal en el que se pueden apreciar influencias de maestros como Rubens.
Imagen: Pierre-Auguste Renoir: “Autorretrato”, 1875. Óleo sobre lienzo, 39,1 x 31,7 cm. Clark Art Institute
Muchos autores contemporáneos han visto en la obra de Renoir una cierta superficialidad. Al contrario que contemporáneos como Monet o Manet, Renoir, como se ha indicado anteriormente, nunca pareció demasiado fascinado por la modernidad, ni mucho menos dotó a su pintura de crítica social «Renoir pintaba la realidad tal y como la veía y la afirmaba: el gusto por la vida de la gente acomodada, en cuyas simpatías debía confiar para poder existir como pintor, y las alegrías de la bohemia pequeño burguesa, a la que él pertenecía y que aparecía civilizada, en modo alguno revoltosa ni trágica» (Peter H. Feist, «Renoir», 1990)
Renoir nació en Limoges en 1841, aunque se trasladó con su familia a París en 1844. Comenzó sus estudios de pintura a los 13 años, y se convirtió en un visitante asiduo del Museo del Louvre, copiando las obras de maestros antiguos, como Delacroix, aunque también tuvo ocasión de admirar la obra de Manet, en especial su “Le Déjeuner sur l’Herbe”. En 1867, Renoir obtiene su primer éxito al exponer “Lise (Mujer con sombrilla)”, retrato de su amante, musa y modelo Lise Tréhot, al que seguirían otros como “Odalisca (Mujer de Argel)” al año siguiente. No obstante, su “Paseo a caballo en el bosque de Boulogne” es rechazado en 1873, y solo se expone en el “Salon des Refusés”, junto con otras obras de pintores impresionistas. Esto lleva a Renoir a desilusionarse con la crítica “oficial”, y a relacionarse más con otros miembros del grupo impresionista.
En 1874, expone varias obras en la Primera Exposición Impresionista, entre ellas “La loge”, a menudo considerada su primera obra maestra. Durante toda la década de 1870, Renoir crea algunas de las obras más reconocibles del impresionismo, como “El columpio” o “Baile en el Moulin de la Galette”, escogida por theartwolf.com en 2006 como una de las 50 obras maestras de la pintura, y a veces llamada “la pintura más bella del siglo XIX”.
Pierre-Auguste Renoir: “La loge (El palco)”, 1874. Óleo sobre lienzo, 80 x 63.5 cm. Londres, The Courtauld Institute of Art. Pierre-Auguste Renoir: “Bal du moulin de la Galette”, 1876. Óleo sobre lienzo, 131 x 175 cm. Paris, Musée d’Orsay. Pierre-Auguste Renoir: “Los paraguas”, 1883. Óleo sobre lienzo, 180 x 115 cm. National Gallery, Londres
A principios de la década siguiente conoce a la que sería su futura esposa, Aline Charigot. Ya por entonces se aprecia un cambio en el estilo de Renoir, abandonando progresivamente la agilidad y ligereza del impresionismo para adoptar un estilo más clásico, reflejando la creciente admiración del pintor por Jean-Auguste-Dominique Ingres. Este cambio ya se había empezado a notar en “El almuerzo de los remeros”, su importante obra de 1881, pero es evidente en obras tan célebres como “Los paraguas” (1883), conservada hoy en día en la National Gallery de Londres.
Desde entonces hasta su muerte, en 1919, Renoir no regresaría al estilo impresionista, centrándose en obras de gran sensualidad, especialmente sus grupos de desnudos femeninos, como “Les Grandes Baigneuses” (1884-87) del Philadelphia Museum of Art, o “La sortie du bain” (1910) de la Barnes Foundation de Filadelfia. Este museo, por cierto, alberga que es quizás la más completa colección de obras del artista, con 181 pinturas. Aunque hoy en día Renoir no cuenta con el mismo reconocimiento que artistas de su época como Monet o Cézanne, su segunda versión del “Bal du moulin de la Galette” se subastó en 1990 por 78 millones de dólares, entonces el segundo precio más alto jamás pagado por una obra de arte.
G. Fernández · theartwolf.com
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