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La Catedral de Rouen según Monet

CLAUDE MONET – LA SERIE DE LA CATEDRAL DE ROUEN, 1892-1894 – EL CLÍMAX DEL IMPRESIONISMO

«Cuanto más viejo me hago más cuenta me doy de que hay que trabajar mucho para reproducir lo que busco: lo instantáneo. La influencia de la atmósfera sobre las cosas y la luz esparcida por todas partes»

Claude Monet, 1891

«El clímax del impresionismo» . Así se ha descrito la serie de vistas de La Catedral de Rouen llevada a cabo por Claude Monet entre 1892 y 1894. La serie -consistente en 31 lienzos que muestran la fachada de la catedral gótica de Rouen bajo distintas condiciones de luz y clima- provocó una admiración inmediata entre la crítica de su tiempo, y fue alabada por muchos maestros posteriores, desde Wassily Kandinsky hasta Roy Lichtenstein.

por G. Fernández – theartwolf.com
La representación de un mismo motivo pictórico en distintos momentos para observar los cambios causados por la luz natural no era nueva para Monet, que ya entre 1890 y 1891 había llevado a cabo una serie de 15 lienzos representando unos almiares en las afueras de Giverny. Estos almiares se representan a pleno sol, al amanecer o en el ocaso; a finales del verano, en pleno invierno o en el deshielo. Las pinturas se deben ver más como un interés por la naturaleza dinámica que por una teoría pictórico-científica (el propio Monet declaró que » las teorías siempre me han parecido horrorosas»). La serie tuvo un gran éxito comercial y de crítica. Wassily Kandinsky tuvo la oportunidad de ver uno de estos almiares en una exposición de Moscú en 1895, y quedó impresionado hasta el punto de sugerirlo como la primera obra abstracta de la pintura: «Y de pronto, por primera vez, vi un cuadro. Leí en el catálogo que se trataba de un montón de heno, pero yo no podía reconocerlo (.) Me di cuenta de que faltaba el objeto del cuadro (.) Lo que tenía perfectamente presente era la insospechada y hasta entonces oculta fuerza de la paleta»

1. Claude Monet: «La Cathédrale de Rouen. Le portail, soleil matinal ; harmonie bleue«. 1892-93. Paris, Musée d’Orsay ·· 2. Claude Monet: «Le Portail, effet du matin«. 1893. Getty Museum ·· 3. Claude Monet: «Le Portail, brouillard matinal«. 1894. Musée Folkwang, Essen ·· 4. Claude Monet: «La Cathédrale de Rouen. Le Portail, effet du matin«. 1894. Fondation Beyeler

Pero con las Catedrales Monet va más allá: no se trata, como ocurría en los almiares , de representar un modelo tangible (los montones de paja) bajo distintas condiciones lumínicas y climáticas. En los lienzos de La Catedral de Rouen , el auténtico objeto no es ya el modelo arquitectónico, al que Monet en cierto sentido «desprecia» al representarlo desde un punto de vista cercano en exceso, de tal forma que la arquitectura, debido a la casi ausencia de perspectiva, pierde su grandiosidad y queda incluso seccionada en las torres y pináculos: el edificio no es más que un fondo, una excusa , para mostrar al auténtico protagonista de la composición: la capacidad de la pintura de representar la cualidad dinámica de la luz y el ambiente, que es capaz de dar vida a algo tan pétreo e inanimado como la imponente fachada de la catedral gótica. Lo que Kandinsky había logrado descifrar en los almiares resulta aquí más que evidente.

Incapaz -por supuesto- de representar en un lienzo completo un cada fugaz instante, Monet trabajaba en ocasiones simultáneamente con varios lienzos, volcándose en uno en concreto cada vez que las condiciones de luz y ambiente se parecían a la del cuadro en cuestión. Imaginemos por un instante la situación: Claude Monet, instalado frente a la ventana de un segundo piso frente a la Catedral , trabajando frenéticamente con decenas de lienzos, a merced de que una nube pasajera, un fugaz rayo de sol, una niebla matinal le obligara a buscar -si es que existía- el cuadro en el que pudiera centrarse. Por supuesto, tal tarea debía resultar desesperante, y el propio pintor está a punto de abandonar su empresa. Pero no era Monet una persona que se rindiera fácilmente: » Más que nunca aborrezco las cosas que salen bien al primer intento» , había escrito mientras trabajaba con los almiares . Monet llega incluso a concluir varios de los lienzos en su taller, fiándose de su portentosa memoria visual. Pero dos años después, la misión estaba cumplida, y Monet poseía ya tres decenas de capturas pictóricas de la Catedral. Así , y por primera vez en la historia de la pintura, se había logrado representar la cuarta dimensión , el tiempo, un logro reivindicado -sin embargo- por numerosas vanguardias varias décadas posteriores al maestro francés.

5. Claude Monet: «La Cathédrale de Rouen. Le portail et la tour Saint-Romain, plein soleil ; harmonie bleue et or«. 1892-93. Paris, Musée d’Orsay ·· 6. Claude Monet: «La Cathédrale de Rouen. Le Portail et la tour Saint-Romain, plein soleil«. 1893. Paris, Musée d’Orsay ·· 7. Claude Monet: «Le Portail de la cathédrale de Rouen au soleil«, 1894. Metropolitan Museum of Art, New York ·· 8. Claude Monet: «La Façade de la cathédrale de Rouen au soleil«, 1894. Clark Art Institute

Evidentemente, entre los 31 lienzos hay más diferencias que las debidas a las distintas condiciones de luz y ambiente. Monet eligió en total cinco puntos de vista diferentes -dos desde la plaza y tres desde diferentes habitaciones frente al edificio- representando el portal de la Catedral (frontalmente o con el punto de vista ligeramente más desplazado hacia la derecha), o el portal y la torre d’Albane (a la izquierda del portal), pero siempre conservando ese punto de vista inusualmente cercano. 25 de estas vistas están fechadas en 1894, otra lo está en 1893, y las cinco restantes no están fechadas, aunque sí firmadas. No obstante, el hecho de que Monet concluyese la mayoría de vistas en su taller resta importancia a las fechas, ya que resulta más importante la fecha en la que cada lienzo fue iniciado. La elección de la paleta refleja los distintos tonos con los que la luz del día iba tiñendo la fachada de la Catedral : de unos suaves azules para los lienzos creados por la mañana ( fig. 1 a 4) se pasa a unos vivos tonos ocres y dorados para los cuadros «a pleno sol» ( fig 5 a 8) y castaños y grises para los días nublados (fig 9 y 10)

9. Claude Monet: «LCathédrale de Rouen, façade ouest«, 1892. National Gallery, Washington ·· 10. Claude Monet: «La Cathédrale de Rouen dans le brouillard«, 1894. Colección privada

Al contrario que con otras audaces empresas impresionistas, las Catedrales de Monet gozaron de una aceptación inmediata entre la crítica y el público. » Monet hace que hasta las piedras cobren vida» , declara el escritor Georges Clemenceau. En mayo de 1895 Monet seleccionó 20 lienzos para formar una exposición organizada por su amigo y galerista Durand-Ruel. Pese al elevado precio de cada una de las vistas -entre 12,000 y 15,000 francos- el éxito fue rotundo. Más de un siglo después, el éxito no ha abandonado a Monet: en mayo del año 2000, Sotheby’s subastó una vista de La Catedral (Le portail, soleil) por más de 24 millones de dólares.

Las mejores reflexiones en torno a la serie de La Catedral las podemos encontrar en una carta del propio Monet dirigida a su amigo Clemenceau, en la que revelaba que » yo siempre he observado únicamente lo que el mundo me mostraba, Para dar testimonio de ello en mi pintura». A su vez, el propio Clemenceau, en un ensayo sobre la visión titulado Pan y fechado en 1896, reflexionaba, refiriéndose a la serie de las Catedrales: «Frente a las veinte vistas del edificio por Monet, uno se percata de que el Arte, en su empeño de expresar la naturaleza con exactitud creciente, nos enseña a mirar, a percibir, a sentir. La piedra misma se transforma en una sustancia orgánica, y uno puede sentir cómo cambia de la misma manera que un momento de la vida sucede a otro. Los veinte capítulos de muestras de luz en evolución han sido hábilmente seleccionados para crear una pauta ordenada de esta evolución. El gran templo es en sí mismo un testamento de la unificadora luz del sol, y lanza su masa contra el brillo del cielo»

Si bien es con la serie de los Álamos al borde del Epte con la que Monet muestra su mayor cota de lirismo, y en la de Nenúfares alcanza logros que van más allá del puro impresionismo, esbozando ya la abstracción, la serie de La Catedral de Rouen es -como ya se ha escrito- el punto álgido del impresionismo. Más de un siglo después, y repartidas entre varios museos y colecciones privadas -sobre todo en Francia y Estados Unidos-, las vistas de La Catedral de Claude Monet son, además de objetos codiciados por cualquier Museo o coleccionista, el mejor testimonio pictórico de la audacia del impresionismo.

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