Claude Monet · Poplars au bord de L’Epte
Claude Monet (Francia, 1840-1926), 1891. Óleo sobre lienzo, 88×93 cm. Colección privada
Claude Monet es el pintor impresionista por antonomasia, un genio autor de la célebre serie de La catedral de Rouen –la cumbre del impresionismo- y los Nenúfares, descritos como “la capilla sixtina del impresionismo”, aunque en realidad van más allá, esbozando ya la abstracción. Sin embargo, su mayor cota lírica la alcanza en este cuadro extrañamente irresistible. La composición posee la extraña belleza de un haiku japonés, asimétrica y conmovedora, mientras las hojas de los álamos se desdoblan en una gama de rojos y púrpuras, concluyendo en un azul que haría enrojecer de envidia a Yves Klein. Es, en definitiva, Monet en su máximo esplendor, aquel artista que “quisiera pintar como el pájaro canta”, y que, en obras como esta, lo consigue.
Texto: G. Fernández, theartwolf.com
Claude Monet es el pintor impresionista por antonomasia, y como tal uno de los mejores paisajistas de todos los tiempos. Entre sus muchas contribuciones al arte moderno destaca el concepto de “serie”, influenciado por las obras de Hokusai y Hiroshige, y que inspiraría a pintores tan posteriores como Andy Warhol. Las “series” más famosas de Monet son sus “almiares” y sus “vistas de la catedral de Rouen”. Algo menos conocidas son sus “álamos”, que sin embargo son una excelente muestra del talento de Monet para representar la naturaleza.
En 1891, Monet era ya un pintor bastante conocido, que podía vivir sin dificultades de sus pinturas. Eso le permitió no solo alquilar un bote para pintar los álamos desde el río, sino también convencer (previo pago) al dueño de los árboles (un comerciante de madera) para que no talara los álamos hasta que el pintor hubiese acabado de pintar la serie. Ésta incluye ejemplos con composiciones simples (“Los cuatro árboles”, en el Museo Metropolitano de Nueva York) que recuerdan a las pinturas neoplasticistas de Mondrian, y otros lienzos de composición algo más compleja, de los que “Álamos al borde del Epte” es el mejor ejemplo.
Esta pintura posee la extraña belleza de un haiku japonés, asimétrica y conmovedora, mientras las hojas de los álamos se desdoblan en una gama de rojos y púrpuras, concluyendo en un azul que haría enrojecer de envidia a Yves Klein. Es, en definitiva, Monet en su máximo esplendor, aquel artista que “quisiera pintar como el pájaro canta”, y que, en obras como esta, lo consigue.
Monet expuso este cuadro, junto con el resto de “álamos”, en la galería de Durand-Ruel en 1892. Fue el segundo gran éxito consecutivo del artista, tras la exposición de los “almiares” el año anterior. Posteriormente, Monet centraría sus esfuerzos en su serie más importante, la dedicada a la fachada de la Catedral de Rouen, a menudo considerada la obra cumbre del impresionismo.
G. Fernández – theartwolf.com
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