Artemisia Gentileschi
1625 – Óleo sobre lienzo – Detroit Institute of Arts
Durante las últimas décadas, la admiración hacia la figura de Artemisia Gentileschi ha aumentado como la de ningún otro pintor (en este caso pintora) anterior a la modernidad. En ocasiones, parece como que en dicha admiración se esconde una cierta condescendencia, que hace sospechar que este interés está únicamente provocado por las injusticias (e incluso un caso de violación) que Gentileschi tuvo que soportar durante su vida, cuando, en realidad, el simple estudio de su obra, sin ni siquiera conocer las dificultades que la artista hubo de soportar, es suficiente para colocar a la pintora entre las más importantes figuras de la pintura barroca, y señalarla como la más original de los Caravaggisti.
Al contrario que en «Judit decapitando a Holofernes«, una obra de temática similar que la artista creó en 1612-13 -apenas un año después de ser violada por su tutor personal, Agostino Tassi- en «Judit y su doncella» no se aprecia de forma explícita la violencia de la decapitación, ya que la autora ha optado por representar el momento de la huida. Las figuras de las dos mujeres enfocan su mirada hacia algo -o alguien- que el espectador no puede ver, mientras una única vela ilumina la tensa escena, dando a las protagonistas un aspecto heroico y casi divino. Judit parece querer ocultar la espada mientras la doncella -que algunos críticos piensan que puede ser un autorretrato de la artista- se apresura a envolver la cabeza decapitada de Holofernes. En definitiva, «Judit y su doncella» es una sensacional obra maestra en la que Gentileschi hace un excelente uso del tenebrismo caravaggista.
Texto: G. Fernández, theartwolf.com
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