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Francisco de Goya

“El sueño de la razón produce monstruos”

Francisco de Goya

Goya es un enigma. En toda la historia del Arte pocas figuras resultan tan complejas para el estudio como el genial artista nacido en 1746 en Fuendetodos. Inquieto e inclasificable, pintor sin rival en toda su vida, Goya fue pintor de corte y pintor del pueblo. Fue pintor religioso y pintor místico. Fue clásico y romántico. Fue autor de la belleza y erotismo de “La Maja desnuda” y del explícito horror de “Los fusilamientos del Tres de Mayo”. Fue pintor al óleo, al fresco, dibujante y grabador. Y nunca paró su metamorfosis.

Imagen: Francisco de Goya: “Autorretrato”, 1815. Óleo sobre lienzo, 45,8 x 35,6 cm

«Hay muchos Goyas distintos«, escribió Nigel Glendinning. «El Goya amigo de los ilustrados o pintor de rey no parece el mismo que fue amante de la cultura popular o defensor del pueblo. Se expresaba de diferentes maneras y usaba técnicas diversas» (Nigel Glendinning, «Francisco de Goya», 1993). Goya, ambicioso e impredecible, se inspiró en maestros anteriores como Velázquez o Tiepolo, y, a su vez, influyó de forma decisiva en artistas modernos como Pablo Picasso.

Francisco de Goya y Lucientes nació en 1746 en Fuendetodos, Aragón. A los trece años ingresó en la Academia de Dibujo de Zaragoza. De su etapa juvenil, aún siendo adolescente, se atribuyen dos obras de temática religiosa, “Asunción de la Virgen y San Íñigo” y “Consagración de San Luis Gonzaga como patrono de la juventud”, que presentan todavía un estilo barroco tardío. Se sabe que con veinte años viajó a Italia, estudiando la obra de maestros como Rafael o Rubens. En Roma pinta “Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes” (conservada hoy en el Museo del Prado), obra que supone un gran salto con respecto a sus pinturas anteriores.

A su regreso a España, recibe el encargo de la pintura al fresco en un techo de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, la colosal “La adoración del nombre de Dios”, obra de 15 metros de largo. A este encargo siguen otros de importancia, como el ciclo pictórico de la Vida de la Virgen de la Cartuja del Aula Dei. Con su fama en aumento, en 1775 es contactado por el pintor Anton Raphael Mengs para trabajar en la Corte real.

Francisco de Goya: “El quitasol”, 1777. Óleo sobre lienzo, 104 x 152 cm. Museo del Prado, Madrid ·· Francisco de Goya: “La gallina ciega”, 1789. Óleo sobre lienzo, 269 x 350 cm. Museo del Prado, Madrid.

En sus inicios en Madrid, Goya se dedicó a la pintura de cartones para tapices, medio en el que realiza obras tan interesantes como “La gallina ciega” (1789) o su célebre “El quitasol” (1777), expuestas hoy en día en el Museo del Prado. En 1780, es nombrado académico de la prestigiosa Academia de San Fernando, lo que le permite recibir encargos de miembros destacados de la sociedad madrileña de la época. De esta década son “La familia del infante don Luis” de la Fundación Magnani-Rocca, “La marquesa de Pontejos” de la Galería Nacional de Washington, y “Los duques de Osuna y sus hijos” del Museo del Prado.

En la década siguiente, con el ascenso al poder de Manuel Godoy, Goya recibe menos encargos, residiendo un tiempo en Zaragoza y Valencia. Cae enfermo, y durante estos años realiza obras de pequeño tamaño pero gran originalidad, como “Naufragio” (1793) o “Corral de locos” (1794), que en cierto modo parecen anticipar las célebres “pinturas negras” que realizaría años después.

Francisco de Goya: “La condesa de Chinchón”, 1800. Óleo sobre lienzo, 216 x 144 cm. Museo del Prado, Madrid ·· Francisco de Goya: “La familia de Carlos IV”, 1800. Óleo sobre lienzo, 280 x 336 cm. Museo del Prado, Madrid

Regresa a Madrid a mediados de la década de 1790, continuando con los retratos de la nobleza iniciados en la década anterior. De esta época son obras como “La Duquesa de Alba” de la Colección Alba o “Mariana Waldstein, marquesa de Santa Cruz” del Louvre, culminando en la sensacional “La condesa de Chinchón”, adquirida en el año 2000 por el Estado Español por unos 24 millones de euros. Un momento importante en la carrera del artista sucede a finales de esta década, con la publicación de su serie de grabados “Los Caprichos, imágenes de extraordinaria fantasía que siguen impactando hoy en día. «Goya, en realidad librepensador, tan satírico como dramático, se había permitido pasar los límites que, a finales del siglo XVIII, circundaban el arte. Sus ‘Caprichos’ (…) presentaban seres humanos lindando con las bestias, visiones de patíbulo y de hechicería (…) La intención del artista (…) tan oscura y sibilina en algunas ocasiones que preconiza aspectos del surrealismo del siglo XX» (J. Gudiol Ricart, «Francisco Goya», 1981). De esta época es también “El aquelarre” (1798), conservado en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

 A partir de 1800, Goya recibe sus encargos más famosos, en especial “La familia de Carlos IV”, obra de ejecución casi perfecta conservada hoy en el Museo del Prado. También pinta “La maja vestida”, continuando a “La maja desnuda” que había empezado en la década anterior. Pero la tranquilidad y bonanza de esta década se truncó a finales de la década, con el comienzo de la Guerra de la Independencia Española. Es entonces cuando realiza su importantísima serie de grabados “Los desastres de la guerra”.

Francisco de Goya: “El dos de mayo de 1808 en Madrid (La carga de los mamelucos)”, 1814. Óleo sobre lienzo, 268 × 366 cm, Museo del Prado, Madrid ·· Francisco de Goya: “El tres de mayo de 1808 en Madrid (Los fusilamientos del tres de mayo)”, 1814. Óleo sobre lienzo, 268 × 366 cm, Museo del Prado, Madrid

Goya, que había apoyado a los liberales, se vio en dificultades durante la la Restauración absolutista. Realiza dos pinturas patrióticas, hoy en día dos de sus más famosas obras e iconos de la pintura romántica universal: “El dos de mayo de 1808 en Madrid(llamada a veces “La carga de los mamelucos”) y la impresionante “El 3 de mayo en Madrid” (“Los fusilamientos del tres de mayo”). En estas obras, Goya «no pinta un cuadro realista, sino un lienzo de carácter religioso: canoniza al pueblo que se libera del tirano, creando así un nuevo icono nacional de la resistencia española» (Rose-Marie & Rainer Hagen, «Goya», 2005). También completa otra importante serie de grabados, “La Tauromaquia”.

En 1819, Goya se traslada a la una finca en las afueras de Madrid –posteriormente conocida como la “Quinta del Sordo”– y comienza a pintar en sus paredes -anteriormente decoradas con motivos florales- una serie de pinturas espeluznantes pobladas con aquelarres, brujas y escenas terribles como el famoso «Saturno devorando a su hijo«. ¿Por qué decidió Goya cambiar esta alegre decoración por la inquietud e incluso horror de las «pinturas negras«? ¿Fue la desesperación tras la Guerra ? ¿Fue su ya casi total sordera? ¿Una grave enfermedad que sufrió en 1819? Los motivos de esta decisión los desconocemos. Lo que si conocemos, pese a los daños sufridos al pasar estos frescos al óleo, fueron los resultados. Sobre estas pinturas recomendamos leer el artículo completo en theartwolf.com sobre las pinturas negras de Goya, que incluye infografías sobre la disposición original de estas pinturas.

Francisco de Goya: “Saturno devorando un hijo”, 1819-23. Pintura mural trasladada a lienzo, 146 × 83 cm, Museo del Prado, Madrid ·· Francisco de Goya: “Perro semihundido”, 1819-23. Pintura mural trasladada a lienzo, 131,5 × 79,3 cm, Museo del Prado, Madrid

En 1824, tras la invasión por parte de los Cien Mil Hijos de San Luis y la inminente represión contra los liberales, Goya se traslada a Burdeos, donde pinta “La lechera de Burdeos” (c.1827, Museo del Prado). Fallece en 1828, siendo enterrado en la ciudad francesa, si bien sus restos fueron trasladados a España en 1899. Hoy en día, una gran parte de sus obras se encuentra en el Museo del Prado, donde es, junto con Velázquez, la principal atracción del museo.

G. Fernández · theartwolf.com

Obras Maestras de Francisco de Goya

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