© Urs Fischer.
Urs Fischer: Imágenes – Gagosian Gallery La Galería Gagosian de Beverly Hills presenta ‘Imágenes, una exposición de nuevas pinturas y esculturas de Urs Fischer. Del 11 de enero al 9 de febrero de 2019.]]>
Fuente: Gagosian Gallery
En la obra de Fischer, las imágenes emergen de un extraño espacio liminal entre lo real y lo imaginado, entre lo que existe y lo que podría existir. Durante el año pasado, Fischer ha estado creando pinturas digitalmente, creando objetos, habitaciones y espacios utilizando el color y la luz. En una pantalla, a diferencia del papel o el lienzo, Fischer puede pintar con luz, moviendo píxeles iluminados alrededor, yuxtaponiendo líneas y planos, y reflexionando sobre los sutiles cambios atmosféricos a lo largo del día y la noche, del verano al invierno, de Los Ángeles a Nueva York.
Serigrafiadas en paneles de aluminio, las pinturas de esta exposición -composiciones verticales divididas en múltiples pasajes rectangulares- adoptan la escala de la abstracción moderna, pero todas describen mundos interiores y exteriores imaginarios. Las ventanas aparecen a menudo: una brilla detrás de una cortina blanca, dejando intuir oscilantes palmeras; otra muestra un amanecer o atardecer, con una naturaleza muerta en una mesa apenas visible a través de huellas dactilares en el vidrio; y otra enmarca un edificio al otro lado de la calle, donde nueve ventanas más revelan fragmentadas vistas de California. En otras pinturas, Fischer imagina lienzos colgados en las paredes, golpeados con franjas y cuadrados de luz que brotan de una fuente invisible. Las pinturas y esculturas ficticias representan animales, comida, calles de la ciudad o pinceladas sucias, pero, como la luz, solo existen dentro de los ambientes construidos por Fischer; no necesitan adherirse a ninguna historia, ley o lógica.
Fischer presenta personajes y dibujos que parecen capaces de desaparecer en cualquier momento. En una pintura, un pequeño pájaro anaranjado se posa sobre una rama, flotando sobre un cielo gris oscuro. Aunque sus piernas están bien enfocadas, su cuerpo se convierte en un orbe vaporoso que brilla dentro de las nubes circundantes. Y debajo, como en un extraño ecosistema escultórico, dos caracoles motorizados vagan lentamente a través de la galería, dejando tras de sí senderos de limo. Estas líneas brillantes, que se evaporan con el tiempo, serpentean a través del piso, uniendo otras esculturas —un volcán humeante, un muñeco de nieve, una palmera— dentro de un extraño paisaje efímero. Por encima de esta escena, las pinturas circundantes forman fondos vívidos, incluso cinematográficos: un montaje de escenarios dispares para un mundo pequeño y peculiar.
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