Henri Rousseau: junglas en Paris
La exuberante y fantástica exposición «Henri Rousseau: Junglas en Paris» concluye su ciclo en la Tate Gallery de Londres y se trasladará, desde el próximo 15 de marzo, al Grand Palais de Paris, donde se mantendrá hasta el 19 de junio, cuando se trasladará a la National Gallery de Washington. La exposición incluye una docena de pinturas que «El Aduanero» Rousseau dedicó a motivos selváticos, sacados directamente de su imaginación, ya que -al contrario que otros artistas como Gauguin- jamás abandonó Francia.
SOBRE HENRI ROUSSEAU
Naif, primitivista, salvaje… Múltiples adjetivos se han usado para describir a un artista inclasificable, quizás el más personal y desinhibido de todos los artistas surgidos inmediatamente después del ocaso del impresionismo. Henri «El aduanero» («Le douanier») Rousseau nació el 21 de mayo el Laval, Francia, hijo de un hojalatero local. Al contrario que la mayoría de los famosos pintores de su generación, Rousseau no sintió de joven la llamada del arte, dedicándose a cumplir una condena -por el robo de 20 francos en un bufete de abogados- el el ejército en Angers y México. Así, Rousseau no inició sus prácticas en pintura hasta principios de la década de los 70, copiando clásicos en el Louvre y Versalles.
Ya en sus primeras exposiciones en el «Salón des refusés», Rousseau causa asombro con su estilo primitivo y colorista, pero no es hasta 1891 cuando el Aduanero consigue causar un extraordinario asombro entre la crítica al exponer en el «Salón de los Independientes» el perturbador lienzo con el inquietante título de «¡Sorpresa!», que mostraba una acechante fiera en medio de un fantástico paisaje selvático. Esta sería la primera vez que Rousseau recurría a la temática selvática, que repetiría con éxito en cuadros tan célebre como » La encantadora de serpientes » (1907, Orsay), «Lucha entre un gorila y un indio» (1910, Richmond, Virginia Museum of Fine Arts), «La comida del león» (1907, Nueva York, Metropolitan Museum of Art) y sobre todo el sensacional «El sueño» (1910, Nueva York, Metropolitan Museum of Art), una pintura sensacional que reúne en si misma toda la magia y fantasía del arte del Aduanero Rousseau
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