Raoul Dufy
Le Champ de blé, 1929
©Tate London ©Raoul Dufy / VEGAP Madrid
Raoul Dufy
L’Estacade du Casino Marie-Christine à Sainte Adresse
c.1906 Richard Ells ©ARS New York ©Raoul Dufy / VEGAP Madrid
Retrospectiva de Raoul Dufy en el Museo Thyssen Entre el 17 de febrero y el 17 de mayo de 2015, el Museo Thyssen-Bornemisza organiza la primera gran retrospectiva de Raoul Dufy en Madrid desde la organizada en la Casa de las Alhajas en 1989]]>
Fuente: Museo Thyssen-Bornemisza
La exposición, que cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid,ofrece una visión del conjunto de la trayectoria del artista francés a través de 93 piezasprocedentes de colecciones privadas y museos como el Musée d´Art Moderne de la Ville deParis, la National Gallery of Art de Washington, el Art Institute of Chicago, la Tate de Londres, yel préstamo excepcional de 36 obras del Centre Pompidou de París. Se trata de una selecciónde óleos principalmente, pero también dibujos, acuarelas y grabados, así como diseños en telay cerámicas, realizados a lo largo de toda su extensa y prolífica carrera de algo más de mediosiglo.
La obra de Raoul Dufy posee una complejidad que a menudo ha sido pasada por alto. Suspopulares escenas de regatas y carreras de caballos hicieron que, ya a finales de la década de1920, los críticos e historiadores se refiriesen a su pintura como nacida bajo el signo del placer.Sin obviar la innegable faceta hedonista de su obra, la presente exposición se distancia de estainterpretación para mostrar la lenta gestación de su lenguaje personal, su búsqueda constantede nuevas soluciones plásticas y, sobre todo, su faceta más introspectiva.
La exposición arranca con las bulliciosasescenas de muelles y mercados que Dufy pintaen Normandía, y también en Marsella yMartigues con motivo de un viaje al Midi en1903. En 1905, abandona esta temática y vaaclarando progresivamente su paleta ysoltando su trazo para representar escenas deocio captadas a plena luz del día. Aunque Dufy se reconoció heredero delimpresionismo, pronto comprendió lanecesidad de superarlo. Él mismo cuenta cómomientras pintaba la playa de Sainte-Adresseadvirtió la imposibilidad de capturar loscontinuos cambios de la luz: “ese método decalcar la naturaleza me llevaba hasta el infinito,hasta los meandros, hasta los detalles más menudos, los más fugaces. Y yo me quedaba fueradel cuadro”. Si Monet, Sisley o Pissarro habían intentado capturar en sus lienzos lasimpresiones de su retina, la nueva generación de artistas aspiraba a algo más que la merasatisfacción visual.
En el Salon des Independants de 1905, Dufy queda impactado porlos cuadros de Matisse. Este descubrimiento provoca un cambiode rumbo en su obra: “… el realismo impresionista perdió para mítodo su encanto al contemplar el milagro de la imaginaciónintroducida en el dibujo y el color. Comprendí de repente lanueva mecánica de la pintura”. Durante el verano de 1906, hacesuyo el lenguaje fauve. En sus vistas de la playa de Sainte-Adresse, así como del puerto y de las calles de El Havreengalanadas con banderas con ocasión de la fiesta del 14 de julio,Dufy abandona progresivamente la pincelada vibrante para fijar laluz en amplias zonas de color; la paleta es más intensa y lassombras negras han desaparecido, sustituidas por tonos azules ymalvas. Ya no se trata de reproducir fielmente la realidadexterior, sino de crear una interpretación lírica de la naturalezacon la intención de despertar emociones a través del color.
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