El Museo Reina Sofía presenta “Picasso 1906”
Del 14 de noviembre de 2023 al 4 de marzo de 2024, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid presenta la exposición “Picasso 1906. La gran transformación”
Fuente: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía · Imagen: Pablo Picasso, “Autorretrato”, 1906. Museo Picasso, París. © Succesion Picasso
Comisariada por el destacado experto Eugenio Carmona, la exposición pretende arrojar luz sobre la atención del artista al cuerpo y su construcción desde una perspectiva contemporánea alrededor de 1906, año fundamental en la producción y en la vida de Picasso por diversos motivos: coincide con la presentación de la exposición dedicada a Henri Matisse en la galería Druet de París, el pintor descubre en el Louvre el arte íbero de Osuna y el Cerro de los Santos, y estrecha su amistad con la familia Stein. También es el año en que viaja a Gósol, localidad leridana en la que permanece alrededor de tres meses. La revolución conceptual, estética y formal que Picasso experimenta durante su estancia en dicha localidad es fundamental para comprender cómo evolucionan los repertorios vernáculos y multiculturales del artista desde lo clásico a lo precubista.
“Picasso 1906” quiere así mirar con ojos contemporáneos la aportación del artista al momento germinal del arte moderno. Estamos ante un Picasso solar y positivo que anhela la refundación de la experiencia artística. Un Picasso entregado al sentido procesual de su actividad, que busca lo primordial y que focaliza su trabajo en dos registros: el cuerpo y la interculturalidad.
“Picasso 1906” quiere situar el modo en que el artista delinea el cuerpo, performativamente, como «significante». Quiere acercarse al planteamiento ideológico que hace de la representación del adolescente arcádico el símbolo de un nuevo comienzo. Quiere abordar sin ambages el poder de la pulsión escópica en su relación con la intimidad desvelada. Lo vernacular es planteado ahora como mitología del origen. Y, al mismo tiempo, este Picasso de 1906, está redefiniendo, ya, el entramado entre fondo y figura y está situando las bases de un nuevo sistema visual que intuye la compresión del cuadro como objeto. El Picasso de 1906, además, está convirtiendo la anatomía –en deslizamientos de género– el rostro y las fisonomías en un sistema de signos que va a fundamentar una nueva cultura plástica.
En su búsqueda de lo primordial, en su hacer procesual continuo, expresado sobre todo en dibujos y cuadernos, Picasso planteó la plena sinergia con las culturas primigenias. Pero también la interculturalidad picassiana estuvo atenta a la fotografía y a los tratados etnográficos y a la prensa y los libros ilustrados de masas. Su modo de entender la memoria visual conculcó la idea de anacronismo y mantuvo subyacente la herencia del Museo. El Picasso de 1906 miró a sus contemporáneos y a sus inmediatos predecesores, interactuó con ellos, y se citó a sí mismo, manteniendo las huellas mnémicas de su trabajo y propiciando la pervivencia (nachleben) de sus propias soluciones visuales. 1906 fue, para Picasso, el año de «la gran transformación».
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