Leonardo da Vinci (italiano, 1452-1519). San Jerónimo rezando en el desierto, ca. 1483. Óleo sobre madera, 103 x 74 cm. Ciudad del Vaticano, Musei Vaticani. Foto © Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano – Museos Vaticanos. Todos los derechos reservados.
El ‘San Jerónimo’ de Leonardo da Vinci en el Met Para conmemorar el 500º aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci (1452–1519), el Museo Metropolitano de Arte muestra la pintura del artista ‘San Jerónimo en el desierto’ (empezada alrededor de 1483). Del 15 de julio al 6 de octubre de 2019.]]>
Fuente: Museo Metropolitano de Arte, Nueva York
Leonardo da Vinci es el prototípico genio universal del Renacimiento. Se formó en Florencia como pintor, escultor y pensador en el innovador taller de Andrea del Verrocchio (1435–1488). Leonardo fue activo principalmente en Italia, en Florencia, Milán y Roma, y en Francia. Comenzó a trabajar en “San Jerónimo orando en el desierto” en Milán alrededor de 1483, pero mantuvo la pintura con él hasta su muerte en Amboise, Francia, el 2 de mayo de 1519. Las circunstancias generales de la producción de “San Jerónimo” son desconocidas, así como las razones por las que Leonardo continuó trabajando esta pintura en sus años de madurez sin haberla terminado nunca.
La pintura representa a Jerónimo (347–420), un importante santo y teólogo de la Iglesia cristiana. La escena se basa en la historia del tramo final de su vida, que pasó como ermitaño en el desierto, según la leyenda del siglo XIII. El Jerónimo penitente, anciano, demacrado y casi sin dientes, se arrodilla en meditación orante ante una cueva en un paisaje rocoso. Reclinado ante San Jerónimo está el león domesticado, su compañero en el desierto, y una figura central en la historia de la vida de San Jerónimo. La cara y los gestos del santo transmiten las teorías de Leonardo sobre la fisonomía humana y la psicología de la expresión.
En su estado inacabado, la pintura nos muestra que Leonardo no procedió con esta obra de una manera totalmente disciplinada. Estaba particularmente interesado en crear un dibujo detallado y anatómicamente correcto del cuerpo del santo. La elegante silueta del león reclinado resulta ahora especialmente poderosa. Un examen detallado de la superficie de la pintura revela la presencia de las huellas dactilares de Leonardo, especialmente en la parte superior izquierda de la composición. Leonardo usó sus dedos para distribuir los pigmentos y crear un efecto de enfoque suave en el cielo y el paisaje.
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