Jean Auguste Dominique Ingres
La Gran Odalisca, 1814
París, Louvre
Jean Auguste Dominique Ingres
Comtesse d’Haussonville, 1814
Nueva York, Frick Collection
Ingres en el Museo del Prado El Museo del Prado y la Fundación AXA presentan Ingres, la primera exposición monográfica que se dedica en España a uno de los pintores más significativos del arte universal. Del 24 de noviembre de 2015 al 27 de marzo de 2016.]]>
Fuente: Museo del Prado
«Ingres» propone un recorrido cronológico-temático excepcional por la trayectoria artística del pintor en su totalidad mostrando al maestro en todo su esplendor. Así, la muestra comienza con una seductora imagen del artista con la energía de su primera juventud, procedente del Metropolitan Museum of Art de Nueva York y se cierra con el «Autorretrato» de Ingres a la edad de 78 años, llegada de la Galería de los Uffizi de Florencia, que trasmite la señera autoridad del maestro en sus últimos años.
En este recorrido se prestará cuidadosa atención a su dedicación al género del retrato, que dejó tras de sí uno de los episodios más bellos de toda la pintura del siglo XIX. Capaz de captar con nitidez el carácter de sus modelos, supo reflejar con igual maestría la imponente presencia de un emperador -«Napoleón I en su trono imperial» del Louvre, un icono de la historia del arte- y el carácter soñador de un artista -«François Marius Granet» del Museo Granet en Francia-. En todas sus efigies exhibe un lenguaje genuino, fruto del diálogo permanente que mantuvo con los retratos que había conocido en el Museo Napoleón y con los que posteriormente estudió en Italia. El del «Señor Bertin» procedente del Louvre, enérgica imagen del cuarto poder, o el de la «Condesa de Haussonville» de la Frick Collection de Nueva York culminan con soberbia perfección la trayectoria del maestro en este género.
Junto a ellos se exhibe una espléndida sucesión de desnudos femeninos, cargados de sensualidad. «La gran odalisca» del Museo del Louvre, en la que no hay excusa que justifique su desnudez, es una de las obras más influyentes en la historia de la pintura moderna. «Ruggiero libera a Angélica» muestra a una mujer sensual y voluptuosa, claro paradigma del erotismo contemporáneo y «El baño turco» del Louvre, obra mítica que sublima la pasión del pintor por la repetición, exalta la curva como forma perfecta para revelar su inagotable entusiasmo por el cuerpo femenino situado siempre en contextos exóticos.
El repaso a la obra de Ingres culmina con su atracción por el género de la pintura de historia en obras realizadas en Roma, en las que se enfrentó a la fuerza de los mitos de la literatura clásica grecolatina, de Homero y Virgilio, especialmente, como en «Virgilio lee la Eneida» llegado desde Bruselas o los estudios para «La apoteosis de Homero», pero también de las pinturas troubadour en las que aprovechó para dar rienda suelta a su propia obsesión por los artistas que más admiró en el pasado como Rafael o Leonardo da Vinci en obras como «Rafael y la Fornarina» de Ohio o «Francisco I asiste al último suspiro de Leonardo da Vinci» del Petit Palais.
Por último, su relación con la pintura religiosa aparece aquí también representada en todas sus variantes tanto íntimas –la conmovedora «Virgen adorando la Sagrada Forma» del Louvre- como monumentales como «Jesús entre los doctores» del Museo Ingres.
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