Los caballos de Géricault en el Museo de la Vida Románica de París
Del 15 de mayo al 15 de septiembre de 2024, el Musée de la Vie Romantique de París presenta la exposición «Les chevaux de Géricault«
Fuente: Musées de Paris, les musées de la Ville de Paris · Imagen: Théodore Géricault, «Épisode de la course des chevaux libres (La Mossa)», 1817.
Explorar el poderoso motivo pictórico del caballo en la obra del pintor romántico Géricault (1791-1824) es el objetivo de la exposición «Los caballos de Géricault», presentada en el Museo de la Vida Romántica con motivo del bicentenario de la muerte del artista. Se evocan las múltiples caras del caballo, del caballo militar al caballo proletario, del caballo antiguo al caballo inglés, de los retratos de cabezas y grupas a los retratos ecuestres. Numerosas obras procedentes de colecciones públicas y privadas, inéditas o restauradas para la ocasión, permitirán redescubrir pictóricamente un animal intrínsecamente asociado a este artista.
Como escribió Théophile Gautier, «desde los frisos del Partenón, donde Fidias hacía desfilar sus largas cabalgatas, ningún artista ha representado el ideal de la perfección equina como Géricault«. Desde su formación con el pintor de caballos Carle Vernet y luego en el taller de Pierre Guérin, Géricault nunca dejó de afirmar su pasión por el mundo ecuestre. Era heredero de una larga tradición que veía en la cuadra el crisol del talento y la inspiración. Eugène Delacroix, otro alumno de Guérin, fascinado entonces por el arte y la personalidad de Géricault, resumió perfectamente la importancia estética de estas visitas ecuestres. El 15 de abril de 1823, escribe en su diario: «Es absolutamente necesario empezar a hacer caballos. Ir a un establo todas las mañanas; acostarse muy temprano y levantarse de la misma manera». Para Géricault, esta necesidad absoluta se plasmó en decenas de cuadros y centenares de dibujos de caballos -desde simples esbozos hasta planchas magistrales- en los que el artista exploró con fanatismo la anatomía ecuestre y la expresividad de los caballos, desde el nacimiento hasta la muerte, desde la cólera hasta la ternura, pasando por la guerra, el trabajo, la miseria y la sexualidad. El establo, anexo rebelde del estudio oficial del maestro, espacio animal propio de la creatividad de la generación romántica, fue para Théodore Géricault el lugar de todas sus experimentaciones estéticas.
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