¿Arquitectura o escultura? Concepto y debate Arquitectura o escultura, un ensayo sobre la fina línea que separa ambos conceptos, y como estos se confunden hoy en día.
por theartwolf.com
Observemos por un instante las dos fotografías mostradas abajo: se trata de dos obras de Arte tridimensionales contemporáneas, bien conocidas y generalmente admiradas. La primera de ellas es obra de un arquitecto. La segunda, de un escultor. Ahora bien, ¿significa ello que la primera sea indiscutiblemente una obra de arquitectura? ¿O sería más acertado considerar que estamos ante una escultura de de grandes dimensiones «disfrazada» de arquitectura? Personalmente, me inclino por esta segunda opción, y voy a desarrollar brevemente las razones que me llevan a ello.
Imagen superior: Frank Gehry – Richard B. Fisher Center en el Bard College (2004) (photo by Paul Masck) Imagen inferior: Richard Serra – «Fulcrum» (1987), instalación en Liverpool
En su imprescindible libro «Saber ver la Arquitectura», Bruno Zevi, uno de los críticos de Arquitectura más importantes del siglo XX, apunta, refiriéndose al Partenón: «Quién investigue arquitectónicamente el templo griego, buscando en primer lugar una concepción espacial, tendrá que huir horrorizado, señalándolo amenazadoramente como típico ejemplar de no-arquitectura. Pero quien se acerque al Partenón y lo contemple como gran escultura, quedará admirado como frente a pocas obras del genio humano» . Salvando las obvias distancias temporales, esta misma afirmación valdría para gran parte de las «arquitecturas» más celebradas de hoy en día.
¿Qué es Arquitectura, al fin y al cabo? ¿Existe alguna definición exacta que nos permita trazar una clara línea divisoria entre lo que podemos considerar Arquitectura y lo que no? Es muy probable que no, al igual que no existe definición precisa de lo que es Arte, o, si nos vamos a un campo más general y manido, de lo que es Amor. Pero sí es posible, por ejemplo, distinguir entre lo que es Arquitectura y lo que es simple construcción. Nadie duda, por ejemplo, que una capilla gótica o un palacete veneciano son excelentes e indiscutibles ejemplos de Arquitectura, mientras que un gran depósito industrial (de dimensiones similares) no merece tal consideración. De este mismo modo, también nos ha de ser posible encontrar unos valores que nos permitan distinguir entre lo que es Arquitectura, y lo que es -voluntariamente o no- escultura de grandes dimensiones.
Richard Serra – «Torqued ellipses » (1997), instalación de acero corten en Nueva York
Si en algo coinciden la mayoría de críticos de Arquitectura del pasado siglo es en su concepto del espacio interior como idea esencial de la Arquitectura. En su crítica al Partenón como no-arquitectura, Zevi resalta que el templo griego estaba concebido para ser admirado desde el exterior, como un objeto glorioso e impenetrable, admirable por su armonía, proporciones y rica decoración. Algo similar ocurre con muchas obras de hoy en día, cuya vistosidad y espectacularidad las convierte en modernos templos de la forma, cuyo espacio interior -que por supuesto existe, e incluso puede estar bien resuelto- queda relegado a un segundo plano.
Este espacio interior debe estar, por supuesto, dedicado a un único protagonista: el ser humano. La escala humana, la adecuación de distancias y proporciones a las necesidades y capacidades de los usuarios, la flexibilidad de uso. Así, que una obra suponga para el usuario/visitante una experiencia espacial notable no es suficiente para que sea considerada Arquitectura: muchas instalaciones de Richard Serra permiten una experiencia espacial inmensamente más rica que la mayoría de edificios contemporáneos. Pero se trata, en definitiva, de un espacio escultórico , no arquitectónico.
Frank Gehry – Disney Hall (2003) Foto: Aaron Logan
Pero el protagonismo del espacio interior no es la única característica de la Arquitectura. Toda obra arquitectónica, desde una vivienda mínima hasta un imponente Museo estatal, no es un objeto aislado y ensimismado, sino que debe adaptarse al medio -humano y construido- en el que se inserta. Esta idea, aceptada -casi como obvia- por todos los grandes críticos de Arquitectura, desde William Morris hasta Aldo Rossi, está siendo puesto en entredicho -no siempre explícitamente- por muchas de las obras contemporáneas más famosas. Sólo así puede explicarse que un arquitecto-estrella como Frank Gehry proponga una solución prácticamente idéntica para proyectos en Bilbao, Los Ángeles o Gran Bretaña.
Arquitectura, escultura. Quizás, en el fondo, este asunto no sea más que pura semántica, pero no por ello quisiera dejar de expresar mis inquietudes sobre ello. Y en absoluto me gustaría que este ensayo se interpretase como un ataque a ciertos «arquitectos» de hoy en día. Volviendo una vez más a Zevi: «El Partenón es una obra no arquitectónica, pero no por eso deja de ser una obra maestra del Arte». Del mismo modo, las volumetrías de Frank Gehry son, al igual que las instalaciones de Richard Serra, bellísimas y admirables obras de Arte. pero, al menos en mi opinión, no de Arquitectura.
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