50 pinturas del Impresionismo
por G. Fernández – theartwolf.com
Ningún periodo artístico ha sido tan comentado y discutido como el Impresionismo. Pero como una imagen vale más que mil palabras, theartwolf.com ha decidido seleccionar 50 obras que resumen lo mejor de este fascinante periodo artístico.
Al hablar de Impresionismo, comúnmente se comete el error de adscribir a este movimiento a una serie de pintores que nada o casi nada tuvieron que ver con él -Henri Rousseau, Odilon Redon-, y otros que, si bien comenzaron atraídos por el impresionismo, pronto se separaron de él -Paul Gauguin, Paul Cézanne. Si quisieramos, cayendo quizás en un purismo arriesgadamente simplista, dar una lista de figuras representantes del impresionismo puro y esencial, sin interferencias de otras corrientes, dicha lista terminaría por reducirse a muy pocos nombres: Claude Monet -el auténtico Miguel Ángel del impresionismo-, Camille Pissarro -el gran cronista de la vida rural-, Berthe Morisot, Alfred Sisley… En cualquier caso, durante el apogeo del movimiento, fueron muchos los artistas que contribuyeron al desarrollo del Impresionismo.
Arte Impresionista vista a través de 50 obras
Sin la intención de ser un estudio en profundidad del Impresionismo, sino un homenaje al mismo, y una invitación a descubrir más sobre los artistas que lo desarrollaron, presentamos aquí 50 obras maestras de este fascinante periodo artístico. Las pinturas se muestran en orden alfábetico siguiendo el nombre de su autor.
FRÉDERIC BAZILLE: «El estudio del artista (la habitación de Bazille); 9 rue de la Condamine» – 1870. Óleo sobre lienzo, 98 x 128,5 cm. Musée d’Orsay, París.
Amigo de Monet, Sisley y Manet, y nacido en el seno de una familia acomodada, Bazille es la figura trágica del impresionismo, falleciendo en la Guerra Franco-Prusiana cuando sólo contaba con 28 años de edad. «El estudio del artista» está considerada como su obra maestra, en la que podemos encontrar a personas importantes del movimiento impresionista, como Monet, Renoir, Manet, Emile Zola o Edmond Maître
MARIE BRACQUEMOND: «Sur la terrasse à Sèvres», 1880. Óleo sobre lienzo, 88 x 115 cm. Paris, Musée du Petit Palais
Bracquemond es posiblemente la más desconocida de «les trois grandes dames» del Impresionismo (como se conoce habitualmente a Berthe Morisot, Mary Cassatt y la propia Bracquemond). Una de las características distintivas de su obra es el gran tiempo empleado en la preparación y ejecución de las pinturas, opuesto a la rapidez y espontaneidad de varios de sus contemporáneos
GUSTAVE CAILLEBOTTE: «Les raboteurs (los acuchilladores)», 1876. Óleo sobre lienzo, 102 × 146,5 cm. Musée d’Orsay, París.
Caillebotte reúne un enfoque casi fotográfico con una composición marcada por una extraña y vertiginosa perspectiva, característica constante en sus primeras obras. Esta obra ejemplifica como ninguna otra obra el estupor que Caillebotte podía causar entre los asistentes a las primeras exposiciones impresionistas. Zola, quien apreciaba bastante a Caillebotte, la describía como «una pintura antiartística, limpia, helada y burguesa, a fuerza de exactitud.»
GUSTAVE CAILLEBOTTE: «Calle de París, día lluvioso (efecto de lluvia)» 1877. Óleo sobre lienzo, 212 × 276 cm. Chicago Art Institute.
Esta es la más famosa y ambiciosa obra de Caillebotte, expuesta en la Tercera Exposición Impresionista en la Rue Le Peletier, donde no fue bien recibida por la crítica en general. L’Évenement comentó que «el dibujo es de cierta calidad, pero Caillebotte parece haber olvidado incluir la lluvia». No obstante, esta es una de las mejores representaciones del París del siglo XIX jamás pintada
GUSTAVE CAILLEBOTTE: «L’homme au balcon, boulevard Haussmann» 1880. Óleo sobre lienzo, 116,5 x 89,5 cm. Colección privada.
Una extraordinaria pintura de paisaje urbano, en el que un hombre de pose arrogante observa el esplendoroso Paris de Haussmann a través de una balcón. La pintura fue subastada en el año 2000 por 14,3 millones de dólares, entonces un récord para una obra de Caillebotte.
MARY CASSATT: «Petite fille dans un fauteuil bleu», 1878. Óleo sobre lienzo, 88 x 128,5 cm. Galería Nacional de Arte, Washington.
Mary Cassatt nació en Pennsylvania, pero vivió gran parte de si vida en Francia, donde fue invitada por Edgar Degas a exponer sus obras junto a los impresionistas franceses. Esta es obra de gran importancia en la carrera de la artista, ya que, en parte por la intervención de Degas, permitió que la artista expusiera con los impresionistas en 1879.
MARY CASSATT: «Verano», 1894. Óleo sobre lienzo, 100.6 x 81.3 cm. Terra Foundation for American Art.
Los lienzos pintados por Cassatt en la década de 1890 son los más interesantes de su carrera, y cuando el grupo de los impresionistas se dispersó, Cassatt se mantuvo en contacto con varios de ellos, enriqueciendo su talento artístico hasta llegar a ser un modelo para los jóvenes pintores americanos.
MARY CASSATT: «The Boating Party», 1893-94. Óleo sobre lienzo, 90 × 117.3 cm. Galería Nacional de Arte, Washington.
En esta obra, posiblemente influenciada por las estampas japonesas, Mary Cassatt se aleja parcialmente del impresionismo para adoptar una técnica de colores más vivos, que la acerca a pintores postimpresionistas como Van Gogh o Gauguin
PAUL CÉZANNE: “La casa del ahorcado en Auvers-sur-Oise» – 1873. Óleo sobre lienzo, 55,5 x 66,3 cm. Musée d’Orsay, París.
Aunque Cézanne es considerado (justamente) un pintor postimpresionista, varios de sus lienzos de comienzos de la década de 1870 abrazan plenamente el impresionismo, Este extraño paisaje de nombre inquietante es quizás la primera obra maestra de Cézanne, y fue una de las 3 pinturas expuestas por el artista en la exposición impresionista de 1874, donde fue adquirida por el Conde Armand Doria. Aunque «La casa del ahorcado» puede ser considerada una pintura impresionista, la obra está realizada en el estilo temprano de Cézanne, trabajando la superficie del lienzo con un cuchillo.
PAUL CÉZANNE: “Le Bassin du Jas de Bouffan» – 1876. Óleo sobre lienzo, 49 x 55 cm. Museo Hermitage, San Petersburgo.
Esta obra de modesto tamaño es quizás la más impresionista de todas las obras de Cézanne, quien a finales de la década de 1870 comenzó a abandonar el movimiento, desarrollando un estilo más atrevido, casi cubista, que sentaría muchas de las bases del arte del siglo XX.
WILLIAM MERRITT CHASE: “Landscape: Shinnecock, Long Island”, 1895. Óleo sobre tabla, 36.3 × 40.9 cm. Princeton University Art Museum
El Impresionismo, eminentemente francés, tuvo seguidores en otros países de Europa, e incluso en América. Uno de los más destacados fue William Merritt Chase, quien probablemente conoció la obra de los impresionistas a través de la galería que el marchante Durand-Ruel había abierto en Nueva York.
CHARLES CONDER: “Día de vacaciones en Mentone”, c.1888. Óleo sobre lienzo, 46.2 × 60.8 cm. Art Gallery of South Australia, Adelaida.
Nacido en Inglaterra, Conder (1868-1909) emigró a Australia cuando tenía tan solo 20 años, y hoy es considerado una figura clave en la pintura australiana. Aunque su Arte no fue bien recibido en su época, fue alabado por otros artistas como Pissarro o Degas, y Toulouse-Lautrec incluso lo retrató en 1892
EDGAR DEGAS: “La clase de danza», c.1874. Óleo sobre lienzo, 83.5 x 77.2 cm. Metropolitan Museum, Nueva York.
Edgar Degas nunca se consideró a a si mismo un pintor impresionista, pero sus obras (y su influencia personal) son imprescindibles para comprender este movimiento). Las pinturas de Degas representando a jóvenes bailarinas o ballerinas se cuentan entre sus mayores -y desde luego más famosos- logros. El artista representa a las jóvenes chicas como verdaderas profesionales, practicando todo el día bajo la estricta tutela de su maestro. En este lienzo, el maestro aparece en el centro-derecha de la composición, supervisando la escena como una autoridad con máximos poderes
EDGAR DEGAS: “L’absinthe (bebedores de absenta)», 1876. Óleo sobre lienzo, 92 × 68 cm. Musée d’Orsay, París.
«¡Vaya fulana!», exclamó George Moore al ver a la mujer que aparece en la pintura, añadiendo que «este cuento no es agradable, pero es toda una lección», y que «nadie ha dicho tanto en tan poco espacio, ni nadie se ha expresado de manera tan simple (…) gracias a la ciencia del dibujo, invisible pero omnipresente, casi impresonal». Las tristes y melancólicas figuras parecen haber influenciado obras de artistas posteriores, como los interiores de Picasso en su Periodo Azul, o las solitarias escenas urbanas de Edward Hopper
EVA GONZALÈS: «Une loge aux Italiens», 1874. Óleo sobre lienzo, 98 x 130 cm. Musée d’Orsay, París.
Una de las figuras más (injustamente) desconocidas del impresionismo, trágicamente fallecida durante un parto a los 34 años (solo unos días después del fallecimiento de su maestro, Edouard Manet). Esta obra llamó la atención de muchos críticos cuando se expuso por primera vez en 1874, siendo sin embargo rechazado por motivos ajenos a su calidad pictórica. La discriminación a las mujeres artistas durante su época fue un grave problema al que Gonzalès tuvo que enfrentarse durante oda su vida.
EVA GONZALÈS: «Nounou avec enfant», 1877-78. Óleo sobre lienzo, 65 x 81,4 cm. National Gallery, Washington.
Quizás la mejor de todas las pinturas de la artista. Una obra de pincelada ágil, atrevida composición e interesante juego de luces y sombras, que recuerda en cierto modo a las mejores obras de Manet de finales de la década de 1870.
ARMAND GUILLAUMIN: «Soleil couchant à Ivry (puesta de sol en Ivry)», 1873. Óleo sobre lienzo, 81 x 65 cm. Musée d’Orsay, París.
Aunque no es tan famoso como Monet, Renoir, y otros impresionistas de primera fila, Armand Guillaumin (1841-1927) fue una figura importante dentro del Impresionismo. Amigo de Renoir, Cézanne y van Gogh, Guillaumin es posiblemente el más colorista de todos ellos, lo que puede ser apreciado de forma clara en sus paisajes de Paris, la Provenza y la Costa Mediterránea
CHILDE HASSAM: «Rainy Day, Boston», 1885. Óleo sobre lienzo, 66.3 x 122 cm. Toledo Museum of Art.
Childe Hassam es a menudo considerado uno de los grandes exponentes del Impresionismo americano, si bien su estilo osciló entre el impresionismo y el post-impresionismo. Esta pintura recuerda claramente a «París, día lluvioso», de Gustave Caillebotte.
KONSTANTIN KOROVIN: “Primavera” – 1917. Óleo sobre lienzo. Museo Estatal Ruso, San Petersburgo
«Paris fue un «shock» para mi… Impresionistas… en ellos encontré todo lo que no podía hallar en casa, en Moscú». Korovin (1861-1939) fue, junto a su amigo Valentin Serov, la gran figura de los pintores impresionistas rusos. Muy influenciado por los artistas franceses, desarrolló, no obstante, un estilo muy personal que mezcla los elementos típicos del impresionismo francés con la riqueza de colorido tan típica de la pintura rusa de la época.
PEDER SEVERIN KRØYER: “Hip, hip, hurra!” – 1888. Óleo sobre lienzo, 134.5 × 165.5 cm. Museo de Bellas Artes de Gotemburgo
El impresionismo estuvo presente en Dinamarca de la mano de Peder Severin Krøyer, pintor que tuvo contacto con los principales impresionistas franceses en varios de sus viajes a finales de la década de 1870 y principios de 1880. «Hip, hip, hurra!» es su pintura más famosa, obra alegre y desenfadada que recuerda inmediatamanete al «Almuerzo sobre la hierba» de Manet y «El almuerzo de los barqueros» de Renoir.
EDOUARD MANET: «Le Déjeuner sur l’Herbe (desayuno sobre la hierba)», 1862/63. Óleo sobre lienzo, 208 x 264,5 cm. Musée d’Orsay, París.
Algunos expertos han llamado a esta obra «el orígen del Impresionismo», y lo que parece claro es que en absoluto se trata de una pintura realista. Manet agitó el mundo del Arte al exponer esta obra en el Salon des Refusés en 1863. Émile Zola escribió sobre este monumental lienzo: «Es, en pocas palabras, un vasto ensamblaje, lleno de atmósfera, una esquina de la naturaleza representada con una simplicidad admirable»
EDOUARD MANET: «Olympia», 1863. Óleo sobre lienzo, 130,5 x 190 cm. Musée d’Orsay, París.
Podemos decir que ésta es una de las obras más polémicas de la historia de la pintura, y no fue en absoluto bien recibida por la crítica cuando se expuso en 1865. «¿Quién es esa odalisca amarilla?», se preguntó Jules Claretie de L’Artiste, mientras Antonin Proust declaró que «si la pintura de la ‘Olympia’ no ha sido todavía destruída, es solamente gracias a las precauciones tomadas por la exposición». La obra fue, no obstante, defendida por Émile Zola.
EDOUARD MANET: «Le Chemin de fer (El ferrocarril)», 1873. Óleo sobre lienzo, 93.3 x 111.5 cm. National Gallery, Washington.
«El Ferrocarril» es quizás la primera obra plenamente impresionista de Manet. Expuesta en el Salon de París de 1874, fue duramente criticada por la crítica. No obstante, pocos años después de ser completada fue adquirida por el marchante Durand-Ruel por 5.400 francos, un precio muy respetable. Posteriormente, Durand-Ruel la vendería al millonario americano Henry Osborne Havemeyer por 100.000 francos.
EDOUARD MANET: «La Rue Mosnier aux drapeaux», 1878. Óleo sobre lienzo, 65,4 x 80 cm. Museo Getty, California.
Aunque no es tan conocida como las dos obras anteriores, o como su célebre «Bar en el Folies Bergere», es posible que «La Rue Mosnier aux drapeaux» sea la más «impresionista» de todas las obras de Manet. La obra, adquirida en 1989 por el Museo Getty por un precio récord para el artista, tuvo una gran influencia en las pinturas de «Avenidas» de Childe Hassam.
EDOUARD MANET: «Bar en el Folies Bergere», 1882. Óleo sobre lienzo, 96 x 130 cm. Londres, Courtauld Gallery.
Las pinturas de cafes y restaurantes de Manet son verdaderos»retratos» de la sociedad parisina del siglo XIX, y esta fabulosa e intrincada pintura es sin duda una de sus obras maestras. Es llamativo como la imagen reflejada de la camarera no ocupa la posición que debería ocupar. ¿Es esto un terrible fallo del artista, o una representación de una doble realidad, una «ilusión» en la mente de la chica de mirada ausente?
CLAUDE MONET – «Terraza en Sainte Adresse» (1867). Óleo sobre lienzo, 98,1 x 129,9 cm. Nueva York, Metropolitan Museum.
La escena burguesa se desarrolla bajo una potente luz de “plein air”. Tres planos de tierra, mar y cielo dividen y jerarquizan la composición, organizada verticalmente por las dos banderas que ondean vivamente por la suave brisa del océano. La pintura tiene un encanto tal que nos sentimos inmediatamente tentados a sentarnos en una de las sillas vacías a disfrutar de esta plácida tarde de domingo.
CLAUDE MONET – «La Pie (la urraca)» (1868-69). Óleo sobre lienzo, 89 × 130 cm. Museo de Orsay, París.
Este sensacional paisaje invernal de Claude Monet tuvo una extraordinaria importancia para el desarrollo del paisaje impresionista. Como indica el Musée d’Orsay en su entrada sobre esta obra: «con ella nace el paisaje impresionista, cinco años antes de la primera exposición oficial en la que el movimiento recibió su nombre.»
CLAUDE MONET – «Bain à la Grenouillère» (1869). Óleo sobre lienzo, 75 x 99,7 cm. Nueva York, Metropolitan Museum.
Junto con las dos obras anteriores del mismo artista, «Bain à la Grenouillère» es una pintura fundamental para entender la génesis del impresionismo.
CLAUDE MONET – «Impresión, salida de sol» (1873). Óleo sobre lienzo, 47 × 64 cm. Museo de Orsay, París.
“El papel sin pintar de las paredes está mejor terminado que esta marina” escribió un agudo crítico de la época sobre este lienzo, expuesto en la primera exposición impresionista de 1877. No se trató de una crítica aislada, sino que es tan solo un ejemplo de cómo los críticos de la época reaccionaron ante esta pintura, y por extensión, ante la pintura impresionista (movimiento que, a la larga, debería su nombre a esta marina) No resulta sorprendente, pues, que nadie ofreciera los 1,000 francos que Monet pedía por esta pintura.
CLAUDE MONET – “Le gare Saint Lazare (La estación de Saint Lazare)”, 1877. Óleo sobre lienzo, 75 × 104 cm. Museo de Orsay, París.
«Es una sinfonía pictórica», observó el magazine «L’homme libre» cuando esta pintura se mostró en la Tercera Exposición Impresionista en 1877, una de las pocas críticas positivas a una pintura de la exposición. «A Monet le gusta esta estación, y ya la había pintado otras veces con menos éxito. Esta vez si es maravillosa. Ha logrado captar no solo el movimiento, la actividad, sino también el ruido. Es inolvidable»
CLAUDE MONET – “Meules (almiares, deshielo)” – 1889. Óleo sobre lienzo, 65 x 92 cm. Hill-Stead Museum, Farmington
Entre 1889 y 1891 Monet realizó una serie de 15 lienzos representando unos almiares en las afueras de Giverny. Kandinsky tuvo la oportunidad de ver uno de estos almiares en una exposición de Moscú en 1895, y quedó impresionado hasta el punto de sugerirlo como la primera obra abstracta de la pintura: «Y de pronto, por primera vez, vi un cuadro. Leí en el catálogo que se trataba de un montón de heno, pero yo no podía reconocerlo (.) Me di cuenta de que faltaba el objeto del cuadro (.) Lo que tenía perfectamente presente era la insospechada y hasta entonces oculta fuerza de la paleta»
CLAUDE MONET – “Poplars au bord de l’Epte, (álamos al borde del Epte, vista de la marisma)” – 1891. Óleo sobre lienzo, 88 × 93 cm. Colección privada.
Claude Monet es el pintor impresionista por antonomasia, y su mayor cota lírica la alcanza en este cuadro extrañamente irresistible. La composición posee la extraña belleza de un haiku japonés, asimétrica y conmovedora, mientras las hojas de los álamos se desdoblan en una gama de rojos y púrpuras, concluyendo en un azul que haría enrojecer de envidia a Yves Klein. Es, en definitiva, Monet en su máximo esplendor, aquel artista que “quisiera pintar como el pájaro canta”, y que, en obras como esta, lo consigue.
CLAUDE MONET – “El portal de la Catedral de Rouen (soleil), armonía en azul y oro», 1893. Óleo sobre lienzo, 99.7 x 65.7 cm. Metropolitan Museum, Nueva York.
«El clímax del impresionismo» . Así se ha descrito la serie de vistas de La Catedral de Rouen llevada a cabo por Claude Monet entre 1892 y 1894. La serie -consistente en 31 lienzos que muestran la fachada de la catedral gótica de Rouen bajo distintas condiciones de luz y clima- provocó una admiración inmediata entre la crítica de su tiempo, y fue alabada por muchos maestros posteriores, desde Wassily Kandinsky hasta Roy Lichtenstein.
CLAUDE MONET – “Nénuphars et Pont japonais» – 1899. Óleo sobre lienzo, 90.5 x 89.7 cm. Princeton University Art Museum
La serie de los nenúfares realizada por Monet ha sido descrita como «La Capilla Sixtina del Impresionismo». En sus primeras obras de la serie, como esta, Monet incluye la vista detallada de su puente japonés, mientras que la mayoría de las últimas pinturas de la serie son composiciones casi abstractas.
BERTHE MORISOT – “Cache cache», 1873. Óleo sobre lienzo, 56 x 46 cm. Colección privada.
Nieta de Fragonard, el famoso pintor clásico francés, y criada en el seno de una familia acomodada, Morisot fue un miembro activo del grupo impresionista, e incluso Manet alabó su estilo ágil y suelto. “Cache cache» batió dos veces (en 1999 y 2005) el récord de cotización para una obra de Morisot
BERTHE MORISOT – “Día de verano», 1879. Óleo sobre lienzo, 45,7 x 75,2 cm. Londres, National Gallery
Al igual que otras pintoras de su época (Gonzalès, Bracquemond…), Morisot tuvo que lidiar durante toda su vida con el trato injusto que la crítica les dedicaba. No obstante, las obras de Morisot -sobre todo las pintadas en la década de 1870, merecen figurar entre lo mejor del impresionismo.
CAMILLE PISSARRO: «La Côte du Jallais Pontoise», 1867. Óleo sobre lienzo, 87 x 115 cm. Nueva York, Metropolitan Museum.
Llamado a veces «el Padre del Impresionismo», Pissarro es, junto con Monet and Sisley, el más «puro» de los pintores impresionistas, exponiendo en las ocho exposiciones impresionistas. Es especialmente famoso por sus representaciones de la vida rural en el norte de Francia, sobre todo en el pueblo de Pontoise, donde la influencia del naturalismo de Jean-Baptiste Corot y Gustave Courbet es muy evidente
CAMILLE PISSARRO: «Le verger», 1872. Óleo sobre lienzo, 41.5 x 54.9 cm. – National Gallery, Washington
Comparada con la obra anterior, esta pintura muestra la evidente evolución estilística del «pre-impresionismo» de finales de la década de 1860 al impresionismo puro de 1870 en adelante.
CAMILLE PISSARRO: «Primavera, ciruelos en flor, Pontoise», 1877. Óleo sobre lienzo, 65.5 x 81 cm. – París, Museo del Orsay.
«De algún modo, todos derivamos de Pissarro (…) Sí, él fue el primer impresionista», escribió en cierta ocasión Paul Cézanne. Las pinturas que Pissarro creó en Pontoise y Louveciennes en la década de 1870 están entre las pinturas más características de todo el movimiento impresionista.
CAMILLE PISSARRO: «Le Boulevard Montmartre, effet de nuit (El Boulevard Montmartre de noche)», 1897. Óleo sobre lienzo, 53.3 x 64.8 cm – Londres, National Gallery
Aunque Pissarro es más conocido por sus paisajes rurales, creó un gran número de escenas urbanas de París de gran calidad. En 1897 alquiló un estudio en el Boulevard Montmartre y representó esta vía a distintas horas del día, siendo esta la única vista nocturna de la noche. «El Boulevard Montmartre de noche» es una sensacional pintura impresionista, aunque Pissarro nunca la expusiera en público en vida.
PIERRE-AUGUSTE RENOIR: «La Loge», 1874. Óleo sobre lienzo, 80 x 63,5 cm. Courtauld Institute of Art, Londres.
«La Loge» es posiblemente la primera obra maestra de Renoir, un pintor que, si bien fue uno de los más destacados miembros del movimiento impresionista durante la década de 1870, posteriormente dejaría de lado este grupo para abrazar un estilo más clásico, inspirado en Ingres.
PIERRE-AUGUSTE RENOIR: «Moulin de la Galette», 1876. Óleo sobre lienzo, 131 x 175 cm. París, Museo del Orsay.
Esta pintura ha sido descrita en ocasiones como «la pintura más bella del siglo XIX». La escena describe uno de los numerosos bailes que se celebraban en el Molino de la Galette , uno de los locales de diversión más frecuentados de Montmartre y punto de encuentro para bohemios y artistas como Toulouse-Lautrec, van Gogh o el propio Renoir.
PIERRE-AUGUSTE RENOIR: «Le déjeuner des canotiers (el almuerzo de los barqueros)», 1880-81. óleo sobre lienzo, 129.5 × 172.7 cm – Washington, Phillips Collection
La luz es la principal protagonista de esta famosa pintura, en la que Renoir ha representado a un grupo de personas en actitud relajada durante un viaje de placer por el Río Sena (entre ellos, otro famoso pintor impresionista, Gustave Caillebotte, quien puede ser visto en la parte inferior derecha del lienzo).
THEODORE ROBINSON: «La débâcle», 1892. Oil on canvas, 46 x 56 cm. Scripps College, Claremont, California.
Theodore Robinson (1852-1896) es sin duda alguna una de las figuras principales del Impresionismo americano. Gran amigo de Claude Monet, creó algunas de sus mejores obras mientras residía en Giverny, pocos meses antes de regresar a América. «La dèbâcle»es una obra típica de Robinson, ejecutada «au plen air», y representando a una joven en actitud ociosa
VALENTIN SEROV: «Niña con melocotones», 1887. Óleo sobre lienzo, 91 x 85 cm. Galería Tretiakov, Moscú.
Junto con Korovin, Serov fue la principal figura del impresionismo ruso, y «Niña con melocotones» es a menudo considerada su obra maestra, y una de las pinturas más famosas del siglo XIX ruso, si bien no ha quedado claro que Serov hubiera tenido contacto con los impresionistas franceses antes de pintar este lienzo.
ALFRED SISLEY: «Le Pont de Villeneuve-la-Garenne», 1872. Oil on canvas, 49,5 x 65,4 cm. Nueva York, Metropolitan Museum
Alfred Sisley fue quizás el más fiel al impresionismo de todos los pintores, ya que, al contrario que la casi totalidad del resto de pintores del grupo, jamás abandonó el estilo. Esta pintura del Metropolitan Museum es una de sus primeras obras maestras.
ALFRED SISLEY: «Chemin de la Machine, Louveciennes», 1873. Óleo sobre lienzo. Paris, Musée d’Orsay
Las pinturas que Sisley realizó en el pequeño pueblo de Louveciennes son quizás sus mayores logros, y esta simple pero poderosa composición es buena prueba de ello.
ALFRED SISLEY: «La prairie», 1875. Óleo sobre lienzo, 54.9 × 73 cm. Galería Nacional, Washington.
Esta obra de Alfred Sisley contiene todas las características del paisaje impresionista: espontáneo, libre, aparentemente inacabado. La composición es simple, dividida en tres planos diferentes separados por la verja y el horizonte. En primer plano está dominado por las hierbas y las flores, en el plano intermedio aparece un típico paisaje rural y por encima de él un cielo que recuerda a los estudios de nubes del pintor inglés John Constable.
ALFRED SISLEY: «L’inondation à Port-Marly», 1876. Óleo sobre lienzo. Paris, Musée d’Orsay
Sisley pintó varios lienzos representando la crecida del Sena en Port-Marly, pero las dos composiciones más destacadas son aquellas que recogen la inundación ante la tienda de un comerciante de vinos de la Rue de Paris. Es posible sugerir un nexo de unión entre estas pinturas y la agitada biografía de su autor: tal vez Sisley veía las inundaciones en la plácida localidad de Port-Marly como un reflejo de su propia vida accidentada, desbordada, tras unos acontecimientos tan imprevisibles e inevitables como la crecida de un río.
ARTHUR STREETON: «Still glides the stream, and shall for ever glide (Todavía fluye la corriente, y fluirá por siempre»), 1890. Óleo sobre lienzo, 82.6 x 153.0 cm. Art Gallery of New South Wales.
Junto con el anteriormente mencionado Charles Conder, Streeton fue uno de los más destacados representantes de la «Escuela de Heidelberg», a veces llamada el «impresionismo australiano». Esta obra de nombre evocador muestra el gran amor de Streeton por la naturaleza, lo que le llevó a ser no solo una destacado pintor de paisajes, sino un activista social por la conservación de la naturaleza australiana.
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