25 pinturas postimpresionistas
por G. Fernández – theartwolf.com
Tras el apogeo del Impresionismo en la década de 1870 y principios de 1880, muchos de los principales artistas que habían abrazado este movimiento sintieron que el mismo estaba agotado, y tomaron diferentes caminos. Surgió así un movimiento heterodoxo, en absoluto uniforme, conocido hoy como Postimpresionismo. Liderado por Paul Cézanne, Vincent van Gogh y Paul Gauguin, el PostImpresionismo, junto con su predecesor, sentó las bases del arte moderno
Arte Postimpresionista vista a través de 25 obras
Sin la intención de ser un estudio en profundidad del Postimpresionismo, sino un homenaje al mismo, y una invitación a descubrir más sobre los artistas que lo desarrollaron, presentamos aquí 25 obras maestras de este fascinante periodo artístico
Las pinturas se muestran en orden alfábetico siguiendo el nombre de su autor.
PAUL CÉZANNE: «La Table de cuisine» también conocido como «Nature morte au panier«, 1880-1890 – Paris, Musée d’Orsay
Cézanne es quizás el mayor maestro del bodegón de cualquier época, y esta brillante pintura constituye una de sus composiciones más ambiciosas. Este grupo de figuras podrían por ellas mismas constituir una excepcional naturaleza muerta, pero Cézanne nos ha reservado una extraordinaria ilusión en forma de cesta de frutas. ¿Dónde está esta cesta? ¿Colocada en un muy inestable equilibrio en la esquina superior derecha, o, en un complejo juego de perspectiva, se halla sobre el suelo al igual que la pieza de madera que se intuye en el extremo derecho de la pintura?
PAUL CÉZANNE: “El niño del chaleco rojo (Le Garçon au gilet rouge)”, 1889-90
Aunque entre el gran público Cézanne es famoso sobre todo por sus naturalezas muertas, sus retratos (y autorretratos) son de igual o superior interés. Esta pintura de la Foundation E. G. Bührle es la mejor de cuatro versiones sobre el mismo tema pintadas por el artista, y la única que se conserva fuera de los Estados Unidos.
PAUL CÉZANNE: “Los jugadores de cartas”, 1893-96
Esta es la menor de las tres versiones que Cézanne realizó de una pareja de jugadores de cartas, pero es bastante probable que también fuera la última de ellas, y la más elaborada. Mientras que la composición es realmente simple (dos jugadores enfrentados, con una botella negra que disimuladamente divide el lienzo en dos partes) la fabulosa intensidad de los rostros de los jugadores hacen de esta pintura una de las obras maestras de la pintura post-impresionista.
PAUL CÉZANNE: “La montaña Sainte-Victoire visto desde Lauves”, 1904-06
Esta es una de las versiones más desarrolladas de las numerosas vistas que Cézanne pintó de la Montaña Sainte-Victoire. Es una obra que podríamos denominar cubista antes del cubismo: la montaña triangular y los elementos de la pradera –tanto geográficos como edificatorios- adquieren volumen no gracias a la perspectiva, sino a la superposición de planos cromáticos. Cézanne ha introducido elementos vegetales en primer plano, delimitando y enfatizando la vista de la montaña y la pradera.
PAUL CÉZANNE: “Grandes bañistas”, 1906
Este es el mayor lienzo pintado por Cézanne, y una fabulosa culminación a la serie de los «bañistas». La pintura es deudora de alguna de las mejores obras de Tiziano, como el «Bacanal», mientras que la representación casi escultórica del cuerpo humano entronca esta pintura con los frescos de Miguel Ángel en el Vaticano. Otras dos versiones «completas» de los «bañistas» existen, una en el Museo de Arte moderno de Nueva York, y otra en la Galería Nacional de Londres
PAUL GAUGUIN – «Le Christ jaune (El Cristo amarillo»), 1889
Esta obra puede ser considerada uno de los orígenes de la pintura simbolista, junto con «El Cristo verde», y es un claro precedente a las pinturas religiosas que Gauguin creó en la Polinesia («Ia Orana Maria», «Maternidad»), pero empleando como modelos a mujeres bretonas en lugar de chicas de la Polinesia. El Cristo amarillo también aparece en un famoso autorretrato del artista hoy en el Museo de Orsay en París.
PAUL GAUGUIN – «Cuatro Bretonas (“Bretonnes causant”), 1889
«Cuatro Bretonas» (“Bretonnes causant”, a veces llamada “La Danse des quatre Bretonnes”), es quizás la más famosa de todas las pinturas de campesinas bretonas pintadas por Gauguin. Claramanente alejadas del impresionismo, estas obras se consideran a menudo el antecedente más claro de la pintura simbolista.
PAUL GAUGUIN – «Mata Mua (en el principio)», 1892
Gauguin viajó a los trópicos buscando una redención artística, una búsqueda de lo primitivo y exótico para purificar su arte. «Mata Mua (en tiempos remotos)» es una fascinante composición dividida por un gigantesco árbol que se alza majestuoso sobre un río de color púrpura. Las dos mujeres de la derecha representan en presente de Tahití, mientras el grupo de mujeres que adoran a la enorme estatua del ídolo son una representación del pasado, la vida primitiva de Tahití
PAUL GAUGUIN – «¿De dónde venimos? ¿Quienes somos? ¿A dónde vamos?», 1897
Esta pintura no es simplemente la obra más colosal que Gauguin pintó vida (139- 375 cm .) sino que desarrolla por completo la doctrina filosófica y pictórica del artista. Estructurando el cuadro en un sentido cronológico inverso, Gauguin parece señalar lo primitivo, lo inocente, como único camino a seguir por el artista
CHILDE HASSAM: «La Avenida bajo la lluvia» – 1917
Childe Hassam (1859-1935) fue una figura clave del postimpresionismo americano, aunque su único contacto directo con los impresionistas franceses ocurrió cuando se hizo cargo del estudio de Pierre Auguste Renoir’s y encontró una serie de bocetos del artista francés. Sus obras más famosas son aquellas que forman la serie de las «banderas» (que recuerdan a series similares de Monet), y «The Avenue in the rain» es la más impresionista de todas ellas
CAMILLE PISSARRO: «La Récolte des Foins, Éragny» – 1887
Aunque Pissarro es considerado -justamente- uno de los más puros representantes del impresionismo, ello no significa que no tuviera épocas de experimentación que llevaran su arte más allá de dicho movimiento. «La Récolte des Foins, Éragny» es un ejemplo paradigmático de su periodo «neo-expresionista», inspirado por el puntillismo de Seurat y Signac
PIERRE-AUGUSTE RENOIR: «Los paraguas», 1881-86
«Alrededor de 1883, una ruptura ocurrió en mi obra. Había llegado al final del impresionismo, a la conclusión de que no sabía dibujar o pintar. En una palabra, estaba en un punto muerto». «Los paraguas» es una obra compleja en la que podemos hallar a su autor en dos etapas distintas de su producción artística. Mientras que varias de las figuras de la parte derecha siguen siendo marcadamente impresionistas, el dibujo preciso de otras figuras se sitúan en un periodo posterior, muy influenciado por Ingres, comenzado en 1883.
HENRI ROUSSEAU: «La Bohémienne endormie (La gitana dormida)», 1897
Naif, primitivista, salvaje… Múltiples adjetivos se han usado para describir a un artista inclasificable, quizás el más personal y desinhibido de todos los artistas surgidos inmediatamente después del ocaso del impresionismo. «La gitana dormida» fue expuesta en el XIII Salon des Indépendants, donde, en línea con el rechazo que sufrieron otros artistas postimpresionistas, no encontró comprador.
HENRI ROUSSEAU: «El Sueño», 1910
Atemporal e increíblemente sugestiva, “El sueño ” es una pintura sensacional que reúne en si misma toda la magia y fantasía del arte del Aduanero Rousseau, pintor descrito como naif, primitivista, salvaje… En definitiva, un artista inclasificable, quizás el más personal y desinhibido de todos los artistas surgidos inmediatamente después del ocaso del impresionismo, que explicaría la obra con este sugerente discurso: “La mujer en el sofá sueña que ha sido trasladada a este bosque y escucha el sonido de la encantadora de serpientes…”
GEORGES SEURAT: «Une baignade à Asnières (Bañistas en Asnieres)», 1883/84
Georges Seurat es uno de los más importantes pintores post-impresionistas, y está considerado como el creador del «puntillismo», un estilo de pintura en el que pequeños puntos de colores primarios crean la impresión de masas de colores secundarios e intermedios. «Bañistas de Asnieres» es el primero de los lienzos a gran escala de Seurat.
GEORGES SEURAT: «Tarde de domingo en la Isla de La Grande-Jatte», 1884-86
«Tarde de domingo en la Isla de La Grande Jatte» es la obra maestra de Seurat (quién pasó más de dos años pintando este lienzo, además de crear más de medio centenar de bocetos y dibujos preparatorios), el mejor ejemplo de arte puntillista, y un icono de la pintura post-impresionista.
PAUL SIGNAC: «Le Palais des Papes, Avignon (El Palacio Papal, Avignon)», c.1900
Junto con su maestro Georges Seurat, Paul Signac (1863-1925) es la figura clave del puntillismo. Signac amaba navegar, y viajó por toda la costa francesa, en especial por la parte mediterránea, donde creó algunas de sus composiciones más brillantes, como el ejemplo aquí mostrado. Signac fue una importante influencia para artistas posteriores, como Henri Matisse
JOAQUÍN SOROLLA: «La hora del baño», 1904
El impresionismo apenas tuvo presencia en España. De hecho, el hombre que generalmente es considerado su mayor representante en España – Joaquín Sorolla- no fue un impresionista «puro», aunque sus obras de madurez están influenciadas de manera notable por dicho movimiento. Esta pintura se vendió por 6.2 millones de dólares en 2003, un precio record por una obra de Sorolla
HENRI DE TOULOUSE-LAUTREC: «En el Moulin Rouge», 1890
Nacido en una familia perteneciente a la aristocracia, y físicamente impedido por una enfermedad que afectó a su crecimiento, Toulouse-Lautrec es conocido como el gran cronista de la vida nocturna del París del XIX. Esta pintura, que muestra uno de los muchos bailes que tenían lugar en uno de los cabarets más famosos de Paris, es una de sus obras maestras, y junto con el «Moulin de la Galette» de Renoir es una de las mejores representaciones del París ocioso de su época.
HENRI DE TOULOUSE-LAUTREC: “Dans le lit (en la cama)», 1893
Esta es una (y probablemente la mejor) de las varias pinturas representando a una pareja en ela cama realizadas por Toulouse-Lautrec, que han sido calificadas en varias ocasiones como «desapasionadas» a pesar de lo íntimo de la escena. Aunque la composición parece muy simple, el artista ha empleado una complicada perspectiva reforzada por los brillantes colores.
VINCENT VAN GOGH: «Los girasoles (vaso con 15 girasoles)», 1888
«Los girasoles» de van Gogh son una de las series de pinturas más famosas del mundo. El propio van Gogh se sentía especialmente a gusto mientras pintaba los girasoles («el girasol es propio de mí», llegó a escribir a su hermano Theo en una carta) y el único retrato de van Gogh que pintó Gauguin muestra al artista holandés pintando precisamente este tema. Es ejemplar ilustrado aquí es la primera composición con quince girasoles que realizó van Gogh, y sin duda en la que el color amarillo («el color del sol», como decía van Gogh) está más presente en la composición. Una pintura de esta serie batió todos los records de cotización para una obra de Arte al ser vendida a un inversor japonés por casi 40 millones de dólares en marzo de 1987. Recientemente han surgido rumores sobre la posibilidad de que dicha pieza pudiera no ser de van Gogh, sino una copia de Emile Schuffenecker.
VINCENT VAN GOGH: “La chambre de Van Gogh à Arles (La habitación del artista en Arles)”, 1889
Van Gogh pintó su habitación en Arles en octubre de 1888 (Ámsterdam, Rijksmuseum Van Gogh), y un año después pintó otras dos copias mientras residía en Saint-Rémy, siendo el ejemplar mostrado aquí el más elaborado de los tres. «Esta vez es simplemente mi dormitorio» – comentó Van Gogh en una carta – «y lo único que importa es el color, lo simple le da a los objetos un mayor estilo».
VINCENT VAN GOGH: “Noche estrellada”, 1889
Una de las obras más famosas y reproducidas de van Gogh, comúnmente asociada a su creciente locura, y que en realidad es resultado de la preocupación del artista por las investigaciones astronómicas del momento. De hecho, en la pintura conviven elementos reales y fantásticos. Por un lado, un estudio del Griffith Park Observatory demostró que van Gogh representó la Luna , Venus, y varias estrellas en la posición exacta en la que se encontraban aquella noche despejada. Por otro lado, la llamativa espiral que ocupa gran parte de la obra es un elemento claramente fantástico
VINCENT VAN GOGH: “Lirios”, 1889
Van Goh pintó esta famosa tela mientras estaba internado en el sanatorio de Saint-Rémy, donde se le permitía pintar «au plen air». Todo el lienzo es un canto a la belleza de la naturaleza, y llama la atención como el suelo rojo parece acompañar a las flores rojas de la parte posterior, a la vez que el lirio blanco encuentra un eco en una flor azul pálida de la derecha. La pintura fue vendida en Sotheby’s en 1989 por 53.9 millones de dólares, entonces un precio record para una obra de Arte.
VINCENT VAN GOGH: “Autorretrato con la oreja vendada”, 1889
Este es uno de los dos autorretratos que van Gogh realizó tras seccionarse la oreja (el otro, anteriormente en la colección Leigh B. Block en Chicago, fue comprado posteriormente por la familia Niarchos). La expresión del rostro del artista es, paradójicamente, más serena que en otros muchos autorretratos del artista. Tal vez se trata de un esfuerzo del pintor por encontrar en la pintura su salvación particular, a lo que podría contribuir la presencia de una estampa japonesa en el fondo, una pintura –la japonesa- que van Gogh admiraba por “ su estilo tan sencillo como respirar».
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