Arte Romano
La adopción de Venus
“Obtendremos la belleza cuando su aspecto sea agradable y esmerado, cuando una adecuada proporción de sus partes plasme la simetría”
Vitruvio
Imágenes: Augusto de Prima Porta. Siglo I d. C. Museos Vaticanos, Roma ·· “Castigo de Ixión”, de la Casa de los Vettii, Pompeya. Siglo I d.C. ·· Cúpula del Panteón de Agripa, Roma. 118-125 d.C. Fotografía de Architas.
El arte romano se ha considerado a menudo como una continuación del arte griego, englobándose ambos dentro del término “arte clásico”. Históricamente, muchos autores (Winckelmann, Le Roy) interpretaron el arte romano como “derivativo” o incluso como una copia del griego, y ciertamente la influencia de los griegos (y, en menor medida, de los etruscos) es innegable. No obstante, el arte romano también introdujo importantes novedades, sobre todo en la pintura y la arquitectura.
En la escultura romana es donde más se aprecia la continuidad con el arte griego. De acuerdo a Anthony F. Janson y Horst Woldemar Janson («Historia del Arte», 1995), «el debate sobre la pregunta «¿existe un estilo romano?» se ha centrado en gran medida en el campo de la escultura, y por razones bastante comprensibles«. A medida que el Imperio Romano incorporaba territorios de Grecia, muchas esculturas griegas fueron trasladadas a Roma, hasta el punto de que hoy en día muchas de las esculturas de los maestros griegos (Fidias, Praxíteles) son conocidas a través de copias romanas.
Tradicionalmente se destacan dos aportaciones romanas al campo de la escultura: el retrato y el relieve narrativo . En cuanto a este último, «los primeros en intentar distinguir el arte romano del griego empezaron con representaciones de temática netamente romana, y el género que hemos llegado a conocer como «relieve histórico romano» (…) El arte griego no ofrecía ningún precedente real para este tipo de representación» (Christopher Hugh Hallett: «Defining Roman Art», 2015). Este “relieve histórico” alcanza su máxima expresión en los bajorrelieves de las columnas romanas, como la Columna de Trajano o la Columna de Marco Aurelio. En cuanto a los retratos, siendo estrictos sí existen retratos en la escultura griega, pero los romanos otorgaron a este género una relevancia y personalidad que lo hace único, con ejemplos célebres como el Augusto de Prima Porta (expuesto hoy en los Museos Vaticanos) o el desaparecido Coloso de Nerón.
En el campo de la pintura, han sobrevivido extraordinarios ejemplos de pintura sobre pared, especialmente en Pompeya y Herculano. Los romanos realizaron grandes avances en la perspectiva (observables en varios frescos procedentes de la Villa Boscoreale), y a menudo se les considera los introductores del paisaje en la pintura occidental, si bien ya los cretenses habían experimentado con ello en Akrotiri (véase la entrada dedicada al arte griego). En cualquier caso, a medida que la civilización romana se va expandiendo, la pintura romana aumenta en complejidad y “con el tiempo, se vuelve idealista y barroca. Los cuerpos, dispuestos en líneas diagonales, equilibran la relación espacio-figura con un lenguaje vivo y colorista” (“Historia del Arte”, 1981, Salvat Editores, Tomo 2).
La arquitectura romana, si bien por lo general adoptó el lenguaje formal de la griega, vio avances espectaculares en su construcción, con avances técnicos como la introducción del opus caementicium (hormigón romano) y soluciones constructivas como la bóveda o la cúpula. Para Leonardo Benevolo (“Introducción a la Arquitectura”, 1960), “el carácter más importante que distingue a la arquitectura romana de la helenística es de naturaleza negativa, y consiste en la refutación de la limitación tradicional de las experiencias (…). La consecuencia principal de este cambio de dirección es la ampliación del repertorio técnico, con la inclusión de las estructuras de bóvedas”. Estos avances alcanzan su punto álgido en edificios como el Panteón de Agripa, cuya cúpula de 43 metros de diámetro sigue siendo la cúpula de hormigón no armado más grande del mundo, el Coliseo de Roma, con capacidad para unos 65.000 espectadores, y obras de ingeniería civil como los acueductos o el desaparecido Puente de Trajano sobre el Danubio. La arquitectura romana, tanto construida como los tratados de Vitrubio, tuvieron una gran influencia durante el Renacimiento.
G. Fernández · theartwolf.com
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