Gustave Caillebotte
Por último, nombraré al Sr. Caillebotte, un joven pintor del más bello valor y que no se rinde ante los temas modernos de tamaño natural (…) Cuando su talento se haya suavizado un poco, el Sr. Caillebotte será sin duda uno de los más audaces del grupo.
Émile Zola
Pocos pintores, por no decir ninguno, contribuyeron tanto al fenómeno impresionista como Gustave Caillebotte (1848-1894), y, sin embargo, este nombre aparece siempre en una segunda fila, por detrás de figuras como Monet, Renoir, y compañía. A su obra pictórica, muy relevante aunque quizás no al mismo nivel que la de los célebres pintores citados antes, Caillebotte añade una vital labor de mecenazgo, gracias a su acomodada condición social, que permite a los demás pintores impresionistas exponer en diversas exposiciones y trabajar con la seguridad de que el joven Caillebotte no dudaría en ayudarlos económicamente si sus obras no se vendían en suficiente cantidad. Por si esto fuera poco, Caillebotte donó a su muerte una importantísima colección de pinturas al Estado francés.
Gustave Caillebotte: «Portrait de l’artiste (autorretrato)», 1892 – París, Musée d’Orsay.
Dejando al margen la imprescindible labor de mecenazgo, y centrándonos en la carrera pictórica de Caillebotte, su obra destaca, entre el resto del grupo impresionista, por su interés (casi anacrónico) por la perspectiva. «Pero Caillebotte adopta deliberadamente un punto de vista incorrecto, perturbando el espacio y las proporciones con una función expresiva (…) Estas incorrecciones, achacadas en su época a la incompetencia, son componentes esenciales e intencionados de una concepción pictórica propia» (María José Imbernón García, «Caillebotte», 1995).
DEL REALISMO AL IMPRESIONISMO – VISIONES URBANAS
Más joven que la mayoría de sus colegas impresionistas, no participa en la primera exposición de 1874, pero, no obstante, sí lo hace en la de 1877, causando estupor entre críticos y compañeros. Su obra resultaba extraña: mientras que el dibujo y las composiciones resultaban muy similares a la pintura académica e incluso obsoleta del Salón, sus colores y pinceladas tenían una vocación claramente impresionista.
En su primera obra maestra, «Los acuchilladores» (1876, París, Museo d’Orsay) Caillebotte reúne un enfoque casi fotográfico con una composición marcada por una extraña y vertiginosa perspectiva, característica constante en sus primeras obras. Esta obra ejemplifica como ninguna otra obra el estupor que Caillebotte podía causar entre los asistentes a las primeras exposiciones impresionistas. Zola, quien apreciaba bastante a Caillebotte, la describía como «una pintura antiartística, limpia, helada y burguesa, a fuerza de exactitud.» No es de extrañar que los mayores aplausos a esta obra vinieran de los sectores conservadores del salón, lo que quizás no agradó demasiado al artista.
Gustave Caillebotte: «Los acuchilladores», 1876. Óleo sobre lienzo. París, Musée d’Orsay ·· Gustave Caillebotte: «París, tiempo de lluvia», 1877. Óleo sobre lienzo. Chicago, Art Institute.
«El Puente de Europa» (1876, Ginebra, Museé du Petit-Palais) y, sobre todo, «París, tiempo de lluvia» (1877, The Art Institute of Chicago) mantienen las características de la pintura anterior, y convierten el Paris de Haussmann en el escenario favorito de las personalísimas perspectivas de Caillebotte. En el caso de esta última obra, posiblemente la más famosa de todas las del pintor, y presentada durante la Tercera Exposición Impresionista, varios autores han sugerido que Caillebotte pudo haber empleado una fotografía como base para la pintura final.
A partir del año siguiente, Caillebotte comienza a alejarse del estilo serio y frío del Salón para crear su propio estilo plenamente impresionista. Esto resulta evidente en las diferentes versiones del «Hombre en el balcón» , en los que la originalidad de la perspectiva atrapa al espectador, atrayéndolo a mirar más allá del hombre -en apariencia el protagonista de la pintura- para centrarse en la grandiosidad del espacio exterior.
Gustave Caillebotte: «Hombre en el balcón, boulevard Haussmann», 1880. Óleo sobre lienzo, colección privada
REGATAS EN ARGENTEUIL – OBRAS EN PLEN AIR
El la década de 1880 la carrera de Caillebotte da un giro radical al trasladarse a una casa frente a Argenteuil, a orillas del Sena, donde comienza su afición por los veleros y las regatas. Pese a que este grupo de obras está hoy en día entre las más conocidas del pintor, «Caillebotte no pintó sus vistas de veleros pensando en el público. Nunca se expusieron en vida, y sólo se colgaron juntas en 1895 en la exposición póstuma organizada en la Galerie Durand- Ruel«. (Dr. Molly Dorkin & Simon Dickinson, «Caillebotte. Voiliers Sur La Seine à Argenteuil, 1886», 2016)
Las obras de este periodo se caracterizan por una moderación en las perspectivas, menos forzadas que en la mayoría de pinturas urbanas de París, aunque continúa con las composiciones inusuales, ya sea por extraños puntos de vista o por estar en apariencia arbitrariamente cortadas. Las bellas imágenes de veleros pintadoas por Caillebotte fueron influenciadas por las que Monet pintó unos años antes.
G. Fernández · theartwolf.com
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